La familia real holandesa se refugió en Canadá durante la Segunda Guerra Mundial, y la princesa Beatriz asumió como reina de Holanda en 1980 conservando un profundo agradecimiento para con los canadienses. Como muestra de gratitud, Holanda envía miles de bulbos de tulipanes a Ottawa cada primavera, transformando la ciudad en un jardín de tulipanes que atrae turistas y se ha convertido en el símbolo de la amistad entre los dos países.