El artículo reflexiona sobre la educación de alumnos con retraso mental y propone un enfoque que considera a los estudiantes como agentes activos de su desarrollo, enfatizando la importancia de contextos inclusivos y de habilidades sociales. Se aboga por diseñar entornos de aprendizaje significativos que fomenten la autodirección y el desarrollo emocional y social, y se hace un llamado a la mejora continua en la calidad de la educación. Finalmente, se promueve una colaboración real entre todos los miembros de la comunidad educativa para garantizar el progreso y la calidad de vida de estos alumnos.