2
Lo más leído
VIVIR PARA CONTARLA

  AUTOBIOGRAFÍA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, 2002 (fragmento)

PRIMER CAPITULO

Mi madre me pidió que la acompañara a
vender la casa. Había llegado esa mañana
desde el pueblo distante donde vivía la
familia, y no tenía la menor idea de dónde
encontrarme. Preguntando por aquí y por
allá entre los conocidos, le indicaron que
me buscara en la Librería Mundo, o en los
cafés vecinos, donde yo iba todos los días
a la una y a las seis de la tarde a
conversar con mis amigos escritores. El
que se lo dijo le advirtió: “Vaya con
cuidado porque son locos de amarrar''.
Llegó a las doce en punto. Se abrió paso
con su andar ligero por entre las mesas de
libros en exhibición, se me plantó
enfrente, mirándome a los ojos con la
sonrisa de picardía de sus días mejores, y
antes que yo pudiera reaccionar, me dijo:

“Soy tu madre''.

Algo había cambiado en ella que me
impidió reconocerla a primera vista. Tenía
cuarenta y cinco años, y no nos veíamos
desde hacía cuatro. Sumando sus once
partos, había pasado casi diez años
encinta, y por lo menos otros tantos
amamantando        a  sus   hijos.   Había
encanecido por completo antes de tiempo,
los ojos se le veían más grandes y atónito
detrás de sus primeros lentes bifocales, y
guardaba un luto cerrado y serio por la
muerte reciente de su madre, pero
conservaba todavía la belleza romana de
su retrato de bodas, ahora dignificada por
un aura señorial. Antes de nada, aun
antes de abrazarme, me dijo con su estilo
ceremonial de siempre:

“Vengo a pedirte el favor de que me acompañes a vender la casa''.

No tuvo que decirme cuál, ni dónde, porque para nosotros sólo existía una en el
mundo: la vieja casa de los abuelos en Aracataca, donde tuve la buena suerte de
nacer y de donde salí para no volver poco antes de cumplir los ocho años. Yo
acababa de abandonar la Facultad de Derecho al cabo de seis semestres, dedicados
por completo a leer y recitar de memoria la poesía irrepetible del Siglo de Oro
español. Había leído ya, traducidos y en ediciones prestadas, todos los libros que me
habrían bastado para aprender la técnica de novelar, y había publicado cuatro
relatos en suplementos de periódicos, que merecieron el entusiasmo de mis amigos
y la atención de algunos críticos. Iba a cumplir veintitrés el mes siguiente, era ya
infractor del servicio militar y veterano de dos blenorragias, y me fumaba cada día,
sin premoniciones, sesenta cigarrillos de tabaco bárbaro. Alternaba mis ocios entre
Barranquilla y Cartagena de Indias, en la costa Caribe de Colombia, sobreviviendo a
cuerpo de rey con lo que me pagaban por mis primeras notas de prensa, que era
casi menos que nada, y dormía lo mejor acompañado posible donde me sorprendiera
la noche. Más por escasez que por gusto, me anticipé a la moda en veinte años:
bigote silvestre, cabellos alborotados, pantalones de vaquero, camisas de grandes
flores y sandalias de peregrino. En la oscuridad de un cine, y sin saber que yo estaba
cerca, una amiga de entonces le dijo a alguien: “El pobre Gabito es un caso
perdido''. De modo que cuando mi madre me pidió que fuera con ella a vender la
casa no tuve ningún estorbo para decirle que sí. Ella me planteó que no tenía dinero
bastante, y yo por orgullo le dije que pagaba mis gastos. En el periódico no era
posible. Me pagaban tres pesos por nota diaria, y cuatro por un editorial, cuando
faltaba alguno de los editorialistas de planta, pero apenas me alcanzaba. Traté de
hacer un préstamo, pero el gerente me recordó que mi deuda ascendía a más de
cien notas. Esa tarde cometí un abuso del cual ninguno de mis amigos hará sido
capaz. A la salida del Café Colombia, junto a la librería, me emparejé con don
Ramón Vinyes, el viejo maestro y librero catalán, y le pedí prestados diez pesos.
Sólo tenía seis.

Ni mi madre ni yo, por supuesto, hubiéramos podido imaginar siquiera que aquel
cándido paseo de sólo dos días iba a ser tan determinante para mí, que la más larga
y diligente de las vidas no me alcanzaría para acabar de contarlo. Ahora, con más de
setenta años bien medidos, sé que fue la decisión más importante de cuantas tuve
que tomar en toda mi carrera de escritor. Es decir: en toda mi vida.

No iba a Aracataca desde hacía catorce años, cuando murió mi abuelo materno y me
llevaron a vivir con mis padres en Barranquilla. Hasta la adolescencia, la memoria
tiene más interés en el futuro que en el pasado, así que mis recuerdos del pueblo no
estaban todavía idealizados por la nostalgia. Lo recordaba como era: un lugar bueno
para vivir, donde se conocía todo el mundo, a la orilla de un río de aguas diáfanas
que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como
huevos prehistóricos. Al atardecer, sobre todo en diciembre, cuando pasaban las
lluvias y el aire se volvía de diamante, la Sierra Nevada de Santa Marta parecía
acercarse con sus picachos blancos hasta las plantaciones de banano de la orilla
opuesta. Desde allí se veían los indios arahuacos corriendo en filas de hormiguitas
por las cornisas de la sierra, con sus costales de jengibre a cuestas y masticando
bolas de coca para entretener a la vida. Los niños teníamos entonces la ilusión de
hacer pelotas con las nieves perpetuas y jugar a la guerra en las calles abrasantes.
Pues el calor era tan inverosímil, sobre todo durante la siesta, que los adultos se
quejaban de él como si fuera una sorpresa de cada día. Desde mi nacimiento oí
repetir sin descanso que las vías del ferrocarril y los campamentos de la United Fruit
Company fueron construidos de noche, porque de día era imposible agarrar las
herramientas recalentadas al sol. . .

Más contenido relacionado

DOCX
100 años de soledad resumen de los capítulos
PDF
4%20 Caperucita Roja
PPTX
Lazarillo de Tormes - Resumen
DOCX
Cien años de soledad - (obra de teatro)
DOCX
Leyenda de la patasola
ODT
Historia de terror de Joel y Brian 6°a
PDF
RELATOS DE TERROR
100 años de soledad resumen de los capítulos
4%20 Caperucita Roja
Lazarillo de Tormes - Resumen
Cien años de soledad - (obra de teatro)
Leyenda de la patasola
Historia de terror de Joel y Brian 6°a
RELATOS DE TERROR

La actualidad más candente (20)

ODT
Cuento de terror Alexis y Gustavo
DOC
La culpa es de la vaca
PDF
Cuentos y leyendas de honduras, jorge montenegro
PPTX
Pedro paramo
PDF
PPTX
PDF
4%20 Caperucita Roja
PPS
BLANCANIEVES
PPTX
La cabaña
DOCX
Leyenda mito novela
DOCX
Leyendas d ecuador
DOCX
Cronica de viaje....
PDF
Conversación Vulgar y normal entre estudiantes
PDF
Infografía Revolución Industrial
PPTX
Los cachorros ( mario vargas ll)
DOCX
LOS FANTASMAS DEL ESPEJO - Proyecto Expresión Oral
DOC
Historias de Halloween..6ºA SAFA Almería
DOCX
Ejemplo de una obra de teatro
DOCX
La carreta chillona
DOCX
El canto a bolivar
Cuento de terror Alexis y Gustavo
La culpa es de la vaca
Cuentos y leyendas de honduras, jorge montenegro
Pedro paramo
4%20 Caperucita Roja
BLANCANIEVES
La cabaña
Leyenda mito novela
Leyendas d ecuador
Cronica de viaje....
Conversación Vulgar y normal entre estudiantes
Infografía Revolución Industrial
Los cachorros ( mario vargas ll)
LOS FANTASMAS DEL ESPEJO - Proyecto Expresión Oral
Historias de Halloween..6ºA SAFA Almería
Ejemplo de una obra de teatro
La carreta chillona
El canto a bolivar
Publicidad

Similar a Vivir para contarla (20)

DOC
Gabriel garcia marquez vivir para contarla
PDF
DIARIO (1971-1972) Carmen Laforet
PDF
LA BORRA DEL CAFÉ MARIO BENEDETTI (2).PDF
PPTX
Hojarasca
DOCX
Autobiografias ibarguengoitia-arreola
PDF
DIARIO (1971-1972) Carmen Laforet
PPT
HISTORIAS EJEMPLOS
PDF
Historias de mi pueblo 18.08.2015
PDF
Claridad consciente con López Ufarte_202203.pdf
DOCX
La adolesencia
PDF
Tic's issuu
PDF
Vana Ilusión
PDF
Neruda pablo confieso_que_he_vivido
PPT
Tiempo en la_narración
PDF
Mitos y Leyendas de Ventanas
PDF
Presentación en power point sobre biografía de vicente medina definitivo
PPS
Hasta siempre, Gabriel García Márquez
DOC
Garcia Marquez, En agosto nos vemos
DOCX
Recordando
Gabriel garcia marquez vivir para contarla
DIARIO (1971-1972) Carmen Laforet
LA BORRA DEL CAFÉ MARIO BENEDETTI (2).PDF
Hojarasca
Autobiografias ibarguengoitia-arreola
DIARIO (1971-1972) Carmen Laforet
HISTORIAS EJEMPLOS
Historias de mi pueblo 18.08.2015
Claridad consciente con López Ufarte_202203.pdf
La adolesencia
Tic's issuu
Vana Ilusión
Neruda pablo confieso_que_he_vivido
Tiempo en la_narración
Mitos y Leyendas de Ventanas
Presentación en power point sobre biografía de vicente medina definitivo
Hasta siempre, Gabriel García Márquez
Garcia Marquez, En agosto nos vemos
Recordando
Publicidad

Más de gquintero36 (10)

PPT
La educación
PPT
Desarrollo del lenguaje
PDF
Argumentativo
PDF
Tarea auténtica 1
PDF
Tarea auténtica 1
PDF
Pda cy l
PDF
El r e s u m e n
PDF
Estrategias de lectura. 1[1]
PDF
Autobiografia
PPTX
Plantilla plan estrategico 2011
La educación
Desarrollo del lenguaje
Argumentativo
Tarea auténtica 1
Tarea auténtica 1
Pda cy l
El r e s u m e n
Estrategias de lectura. 1[1]
Autobiografia
Plantilla plan estrategico 2011

Último (20)

PDF
Porque Nadie Me Lo Dijo Antes - Julie Smith Ccesa007.pdf
PDF
Carta magna de la excelentísima República de México
PDF
Guía de Genética de aces descargado de manera libre
PDF
PLANEACIÓN_Uso de plataformas y Redes virtuales_LGE_ 2025.pdf
PDF
UNIDAD 2 | Parte 2 | Informar con precisión y criterio
PDF
El Seminario 23. El sinthome [Jacques Lacan].pdf
DOCX
PROGRAMA ANALITICO ESCUela en san luis potosi 25-26.docx
PDF
Problemas de Algebra Pre-Universitaria Ccesa007.pdf
DOCX
Programa Analítico- Lenguajes-Ingles 3º (1).docx
PDF
Organizador curricular multigrado escuela
PPTX
Evaluación de Programa analitico 2024-2025 Jardín de niños Ramón González Vil...
PPTX
higiene-y-seguridad-industrial salud ocupacional.pptx
PDF
Estudios sociales en cuarto grado de basica
PDF
El Seminario de Jacques Lacan_ Libro 3.pdf
PDF
ACERTIJO CANTO Y TRABALENGUAS DEL GALLO PIRIPICHO. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
PDF
Acompanamiento-de-familias-en-la-construccion-de-proyectos-de-vida.pdf
PPTX
Programa analitico 2024-2025 Jardín de niños Ramón Gonzáles Villarreal. T.M. ...
PDF
VATICANO Y LOS GRANDES GENOCIDIOS DEL SIGLO XX.pdf
PDF
PROSPECTO_ADMISION_PRESENCIAL_2025Medici
PDF
Biografia del Genio Steve Jobs Ccesa007.pdf
Porque Nadie Me Lo Dijo Antes - Julie Smith Ccesa007.pdf
Carta magna de la excelentísima República de México
Guía de Genética de aces descargado de manera libre
PLANEACIÓN_Uso de plataformas y Redes virtuales_LGE_ 2025.pdf
UNIDAD 2 | Parte 2 | Informar con precisión y criterio
El Seminario 23. El sinthome [Jacques Lacan].pdf
PROGRAMA ANALITICO ESCUela en san luis potosi 25-26.docx
Problemas de Algebra Pre-Universitaria Ccesa007.pdf
Programa Analítico- Lenguajes-Ingles 3º (1).docx
Organizador curricular multigrado escuela
Evaluación de Programa analitico 2024-2025 Jardín de niños Ramón González Vil...
higiene-y-seguridad-industrial salud ocupacional.pptx
Estudios sociales en cuarto grado de basica
El Seminario de Jacques Lacan_ Libro 3.pdf
ACERTIJO CANTO Y TRABALENGUAS DEL GALLO PIRIPICHO. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
Acompanamiento-de-familias-en-la-construccion-de-proyectos-de-vida.pdf
Programa analitico 2024-2025 Jardín de niños Ramón Gonzáles Villarreal. T.M. ...
VATICANO Y LOS GRANDES GENOCIDIOS DEL SIGLO XX.pdf
PROSPECTO_ADMISION_PRESENCIAL_2025Medici
Biografia del Genio Steve Jobs Ccesa007.pdf

Vivir para contarla

  • 1. VIVIR PARA CONTARLA AUTOBIOGRAFÍA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, 2002 (fragmento) PRIMER CAPITULO Mi madre me pidió que la acompañara a vender la casa. Había llegado esa mañana desde el pueblo distante donde vivía la familia, y no tenía la menor idea de dónde encontrarme. Preguntando por aquí y por allá entre los conocidos, le indicaron que me buscara en la Librería Mundo, o en los cafés vecinos, donde yo iba todos los días a la una y a las seis de la tarde a conversar con mis amigos escritores. El que se lo dijo le advirtió: “Vaya con cuidado porque son locos de amarrar''. Llegó a las doce en punto. Se abrió paso con su andar ligero por entre las mesas de libros en exhibición, se me plantó enfrente, mirándome a los ojos con la sonrisa de picardía de sus días mejores, y antes que yo pudiera reaccionar, me dijo: “Soy tu madre''. Algo había cambiado en ella que me impidió reconocerla a primera vista. Tenía cuarenta y cinco años, y no nos veíamos desde hacía cuatro. Sumando sus once partos, había pasado casi diez años encinta, y por lo menos otros tantos amamantando a sus hijos. Había encanecido por completo antes de tiempo, los ojos se le veían más grandes y atónito detrás de sus primeros lentes bifocales, y guardaba un luto cerrado y serio por la muerte reciente de su madre, pero conservaba todavía la belleza romana de su retrato de bodas, ahora dignificada por un aura señorial. Antes de nada, aun antes de abrazarme, me dijo con su estilo ceremonial de siempre: “Vengo a pedirte el favor de que me acompañes a vender la casa''. No tuvo que decirme cuál, ni dónde, porque para nosotros sólo existía una en el mundo: la vieja casa de los abuelos en Aracataca, donde tuve la buena suerte de nacer y de donde salí para no volver poco antes de cumplir los ocho años. Yo acababa de abandonar la Facultad de Derecho al cabo de seis semestres, dedicados
  • 2. por completo a leer y recitar de memoria la poesía irrepetible del Siglo de Oro español. Había leído ya, traducidos y en ediciones prestadas, todos los libros que me habrían bastado para aprender la técnica de novelar, y había publicado cuatro relatos en suplementos de periódicos, que merecieron el entusiasmo de mis amigos y la atención de algunos críticos. Iba a cumplir veintitrés el mes siguiente, era ya infractor del servicio militar y veterano de dos blenorragias, y me fumaba cada día, sin premoniciones, sesenta cigarrillos de tabaco bárbaro. Alternaba mis ocios entre Barranquilla y Cartagena de Indias, en la costa Caribe de Colombia, sobreviviendo a cuerpo de rey con lo que me pagaban por mis primeras notas de prensa, que era casi menos que nada, y dormía lo mejor acompañado posible donde me sorprendiera la noche. Más por escasez que por gusto, me anticipé a la moda en veinte años: bigote silvestre, cabellos alborotados, pantalones de vaquero, camisas de grandes flores y sandalias de peregrino. En la oscuridad de un cine, y sin saber que yo estaba cerca, una amiga de entonces le dijo a alguien: “El pobre Gabito es un caso perdido''. De modo que cuando mi madre me pidió que fuera con ella a vender la casa no tuve ningún estorbo para decirle que sí. Ella me planteó que no tenía dinero bastante, y yo por orgullo le dije que pagaba mis gastos. En el periódico no era posible. Me pagaban tres pesos por nota diaria, y cuatro por un editorial, cuando faltaba alguno de los editorialistas de planta, pero apenas me alcanzaba. Traté de hacer un préstamo, pero el gerente me recordó que mi deuda ascendía a más de cien notas. Esa tarde cometí un abuso del cual ninguno de mis amigos hará sido capaz. A la salida del Café Colombia, junto a la librería, me emparejé con don Ramón Vinyes, el viejo maestro y librero catalán, y le pedí prestados diez pesos. Sólo tenía seis. Ni mi madre ni yo, por supuesto, hubiéramos podido imaginar siquiera que aquel cándido paseo de sólo dos días iba a ser tan determinante para mí, que la más larga y diligente de las vidas no me alcanzaría para acabar de contarlo. Ahora, con más de setenta años bien medidos, sé que fue la decisión más importante de cuantas tuve que tomar en toda mi carrera de escritor. Es decir: en toda mi vida. No iba a Aracataca desde hacía catorce años, cuando murió mi abuelo materno y me llevaron a vivir con mis padres en Barranquilla. Hasta la adolescencia, la memoria tiene más interés en el futuro que en el pasado, así que mis recuerdos del pueblo no estaban todavía idealizados por la nostalgia. Lo recordaba como era: un lugar bueno para vivir, donde se conocía todo el mundo, a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. Al atardecer, sobre todo en diciembre, cuando pasaban las lluvias y el aire se volvía de diamante, la Sierra Nevada de Santa Marta parecía acercarse con sus picachos blancos hasta las plantaciones de banano de la orilla opuesta. Desde allí se veían los indios arahuacos corriendo en filas de hormiguitas por las cornisas de la sierra, con sus costales de jengibre a cuestas y masticando bolas de coca para entretener a la vida. Los niños teníamos entonces la ilusión de hacer pelotas con las nieves perpetuas y jugar a la guerra en las calles abrasantes. Pues el calor era tan inverosímil, sobre todo durante la siesta, que los adultos se quejaban de él como si fuera una sorpresa de cada día. Desde mi nacimiento oí repetir sin descanso que las vías del ferrocarril y los campamentos de la United Fruit Company fueron construidos de noche, porque de día era imposible agarrar las herramientas recalentadas al sol. . .