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IL “Gann: pecan” ne BOGOTA Estilo de vida y distinci6n en el siglo XIX —vistos por viajeros extranjeros— ‘Tuomas Fischer Resumen [ Azz aens i 5 am mai a ia A EW S08 88, ‘grupo bogotano empezé a diferenciarse de manera ostentosa del resto de la poblacién urbana y de las otras partes del pais, dando importancia al exclusi- vismo en su aspoctofisico y poniendo de relieve el refinamiento de los gustos. Fsia tess se quiere confirmar mediante el modelo de “distincién’ elaborado por Pierre Bourdiow, Como fuentes se utilizan principalmente dos libros, pur blicados en las dltimas dos décadas del siglo diecinueve, por el gedgrafo Al- fred Hettner y el experto en humanidades Emest Rothlisberger. Estos dos ciemtificos hicieron una mirada etnogrfica bastante detalada a la gente de- ‘conte de Bogots Si bien el tipo de fuentes tiene sus limites, lo cual se discute feel ariculo, salta ala vista la precision en algunos aspectos yl esfuerzo por far jucios equilibrados. Estas fuentes se completan con las observaciones de fttos viajeros, También se incluyen referencias los resultados de la literatura bibliogrfica. Con todo, el estilo de vida tipo europeo cultivado por las capas altas de Bogotd servia a la reproduccién de las desigualdades. Abstract sro co mu oF 150 cr BEM 7 em AA ai ira thst fom te to the ton poplin ond fomie wat he coay Thy etatel gve imports te pal seen ilgiingo ofeemen of tte, Ts er enamine tht pid ‘ite oud model tinction’ ro books a pricy oad i urn They ere pubs nth ato dc ft Cony by the pogopherAfed tne and he exper in merit rst Roche eae Scant poe avery dtl oqraphic vow thas ccm eplesf gts Obvowl hr pe of sue aw hha re tot sss mt eto cch este aca of some ing cad efoto sve pee ements. Tess sce complemented wih he servo ober tees eres to cle iliogphe sou Catt gb clued, Moves, Buropn ie eect y the Caper clase of Bop seed fpf nua Voluinan 5, aneo-dcembre 1, po. 3-69 IntTRODUC! ricanas durante el siglo diecinueve se ha analizado repetidas voces. También se han escrito algunos estudios interesantes ‘sobre Bogota. Por una parte, se han estudiado la evolucién en la estructura espacial, las innovaciones ~tanto en la arquitectura como en el sistema de transporte- asf como la movilizacién de la finca rafz y la propiedad de inmueblos (Aprile-Gniset, 1902: 228- 245; Esquivel Triana, 1996: 26-30; Lara, 1997: 53-76). Por otra, la aten- cidn se ha contrado en Ia formacién de las actividades econ6micas y politicas de ciertos grupos sociales‘. Ademés, una obra detalla- da muestra la transformaci6n estructural hacia lo que el autor denomina la “ciudad burguesa”, centrindose en los pardmetros del orden social moderno tales como el desarrollo demografico y la distribucion espacial de la poblacién (Mejia 195) A ello se suman algunos trabajos recientes que marcan un cambio significativo de perspectiva y de concepto, Estos estu- dios giran en torno de “la gente” y adoptan enfoques de la “nue- va historia cultural”. El primer libro, de Miguel Angel Urruego (1997) sobre los afios 1880-1530, investiga -como indica el titulo la sexualidad, el matrimonio y la familia de los bogotanos. El autor, quien se basa en los archivos parroquiales, enfatiza en la de las familias -concepto analitico elaborado origi- nalmente para analizar el auge y las “mentalidades” de las BUTgUC- tyr aadec lx coment dds sias europeas-. El segundo estudio, — 'tores on6nimos de esto visto. elaborado por Victoria Peralta 1 Vionse, Sowell pt: Aguier, (1055), investiga los placeres de los —Sattodnsy omy flaw why. so Dogotanos, tanto los que podian Sémo,st starter itt Eons ‘gozar como los que eran reprimi- 7 €%!: 1%: Oakes, mp0 dos ~juegos, bailes, comportamien- 2. Acotco del cure! tun ana preduccién to sexual, virtudes y pecados-. _‘toresica sobre Antes lo, vow Adopta un esquema de interpreta- spone Amencon Histoncalfovew de cién que pone de relieve los meca- mayo de 1999, con el tiuio “Mesica’s New nismos de control institucional de °°! "story 4Una hcho ibe? la vida cotidiana y la disposicién — 3 A roiz de sv conceplo teérico, ene eatudio. peicolégica en el confrontamiento te Gen scope poo pravions Sno, entre libertad y represién, entre la gopey aye cen senor Doe ilustracién y la persistencia, el ra-Wovelustespmonn Lotto te rosy dicalismo y el conservadurismo!, °° &"¢ Bolen Cubwaly Bbogsico, E NN LoS ULTIMOS TIEMPOS, LA HISTORIA DE LAS CAPTTALES LATINOAME- 7 8 Thomas Fischer _ = ocincau. wwe seuiede UN tercer toxto, de Patricia Lara Be- Teil Stan pate wens Hgonetancourt (wo), que se basa como fuen- ‘Amorcan Historical Review, volwren 78, te primaria en articulos de costum- eae bres, investiga el “lujo” y el “afin de {Sein Bow lo sabniosorncst aparentar” do Tos bogotanos dosde la ‘we son clos pov commence les perspectiva de lo que Ia autora llama CER Gisscer Bousievdsioe io “la sala roméntica”. Otros tres ensa- Sccirect t cecem de yo de Georges Lamné (8) de Max ‘Srados guoos ssc toon o save. 10 Garcfa Molina (3996) y de Marina Guine de otros. Veowe tobre todo Pre Lamus Obregén (1992), muestran, me- Bounds ts), to bearefe serdar diantela reconstrucci6n dela bésque- seem eEuuarctatcsuietos da de espacios para representaciones [orssarcrctonlgoitany Geto’ teatrales, dl contenido de la obras y * 1.3994. an expec: 734. de la actividad teatral, cambios en el seo tuxo ue ge. imaginario politico republicano. Es- ‘eid 2 renounce ls cli es%e- tos trabajos se basan principalmente eel cadeicabesczccsn €0 10s periddicos locales de la época isngenclisbeenese depo. Porditimo, un articulo de Jess Duar COURTS GT ey Mavie Rodriguez sa) desrbe . otro aspecto parcial de la actividad de «tiempo libre de la incipiente burgue- ipesate de dependency or on. sia bogotana: la introduccién de Ta irene einer icinpr main sinfnica a modiados de siglo Cottwesclcnenetrgenote diecinueve orci akan soar "® Bl tema de este ensayo es, tal ¥ como los anilisis de Uruego, Peral- ta, Lara Betancourt, Lomné, Garcia Molina y Lamus Obregén, la sociedad bogotana del siglo diecinueve; pero a diferencia de ellos, no se refiere ala evolucién de todos los grupos del tejido social Sino, exclusivamente, ala capa alta, Se centraré -como Lara Be- tancourt, pero con otro tipo de fuentes—en los estilos de vida y, ademas, en los esquemas de delimitacién cultural, denominados por el socidlogo francés Pierre Bourdieu “distinciones™, Mi tesis plantea que a partir de la segunda mitad de los afios 90 un grupo {el espacio social de Bogota empez6 a diferenciarse ostentosa- ‘mente del resto de la poblacién urbana y de las otras partes del is, dando importancia al exclusivismo en su aspeco fisico y poniendo de relieve el refinamiento de los gustos’. A base de la Apariencia decente, este grupo reclamaba ol liderazgo en la Co- lombia republicana definida por la igualdad de iure de los ciuda- danos’. Al enfatizar la decencia ligada al consumo de productos 6.8 concepo de cadre dure Revista Colombiana ‘de Anropologie ‘lanan nao-dconbre 99 nportados de los paises industrializados (Fischer, 2000), a la vez cestablecié barreras para el ascenso interétnico y social. La ten- dencia de distinguirse mediante el estilo de vida y el consumo se aceleré durante las bonanzas de exportacién a partir de los afos 180 y también durante las fases de presion demografica. En esos afios, la capa alta logré consolidarse a través de ganancias en el ‘comercio exterior, el servicio y la especulacién con inmuebles. Puede decirse que esta época marcé un cambio cualitativo, Las FUENTES COMO FUENTES UTILICE LOS INFORMES DE DIECIOCHO VIAJEROS EX- ¢ tranjeros que visiteron la capital colombiana; algunas también fueron utilizadas, en parte, por Peralta. En efecto, Jas crénicas de viaje constituyen una fuente muy apreciada para Ja descripcion de la vida cotidiana. Sin embargo, debe conside- rarse que no constituyen un testimonio de primera mano, sino que, siempre, se exponen desde el punto de vista de un especta- dor no involucrado, que, adem, s6lo disponta de un periodo limitado de tiempo para sus observaciones. Cabe destacar que, por lo general, los viajeros tenian acceso exclusivamente a las capas altas, Io que limit6 su juicio acerca de los otros grupos. ‘No existe un perfil comiin para estos cronistas de viajes: en la primera mitad de siglo se publicaron las impresiones proceden- tes sobre todo de jévenes de habla inglesa y de oficiales, cuyo inter6s se orientaba primordialmente hacia el desarrollo politico- nilitar del pais. En estas primeras publicaciones sobre Colom- bia, primaba no tanto el deseo de totalidad e integridad como las an- [ju “oles cles poe eee sias y el esfuerzo por parecer aulén- erase da tico’. En la segunda mitad del siglo yey cindwon conser en diecinueve, entre los viajeros domi- cee naron Jos eruditos de lengua alema- piss suv dd Jt na o francéfonos. En su mayoria ‘SA? i: rosie pes es, ‘marcados por alguna disciplina cien-Sisrter ait soe alnocssn tifica ~como goografia 0 zoologfa-,en 9 verse spine, sus descripciones incluian, de paso, So2s!e ovis reacons, eon reflexiones generales sobre el desa~ Tloritdec Coraporshetocmtspmicen codenciay la profesiGn nsf como Selscde Comunisiterspeiocen Nacimianto del estilo de vida = ; a soguir por I cst: Aunque Se Ripeatode tomsad,ungupe se: POF una parte, la igualdad jurt- et ogo Koco Hore ee dica formal y la participacién de Seo cee ecrcaeers| manele ae yin ‘propia, ue proporcien determin. GTUPOS sociales estaba relativa- ls tc eparcir Sd soak posieo,eme ov mente avanzada’, por otra par See arenas te, Colombia no era una socie- dad de clases estructurada se- 15 Seg Koko lt: close son, “ample gin el concepto de divisién del See gonen eanenicay portaee, xr. tfabajo, on la cual cada posicion Mtovinsema se conser unser por eto estaba basada en el rendimien- cratttabtend dren aginecen €0 individual”, SUSENSinatcnesorfics cvsnercs Dentro de las capas, Hettner sere acca fxm Rathlisborgr hacan ditin- Seam ines Viento Zonas seq el sexo, a aad y Sere nice wena me do gate on ln calle, sr asco wa ecto Se refiriéndose cop ello al aspec- rents Te competences enpecices de to exterior de las gentes en las rducin, oesdory ads = a Po” angostas calles de Bogoté. Con sat dferencicion adcional Revista Colombiana ‘de Anvopologla ‘olan erica 9 procuraban lamar la atencién sobre las disparidades mas allé de las desigualdades verticales. Las GAPAS ALTAS res” comprendian a la “aristocracia financiera’ ciantes, gerentes de banco, especuladores inmobiliarios y agio- titas ala “aristoraciafuncionera” subaltemos,la“noblea’ de las profesiones libres -médicos, aboga- 16. Segén ol corso de 1884, 5.957 persons se lL hhacendados quo preferfan viviren “Sritwnau'e cheat Mi kr Ja ciudad y consumir alli sus ren- (0s n8médicos su proesores 13 popeores tas, asi como aquellas familias adi- {ery custo sentstos (Archives cu neradas procedentes deltas gauss Concise deoue po ee ee nee re a sar su vejez.en la metropolis y pro- rsa, Sagors lows Che Porcionar a sus hijos una excelente s#adixica ex algo imprecise, dado Ceca AG ts co Leenay asa ee eee 1840, este grupo formaba la “gente "sna'iox mentee delacone ae ono Aocsnte" do Bogots. Ala capa alta ors ang concn wrens pertenecian casi exclusivamente, “yn giresi nema Necro blancos,siendo decsiva su propia cls Se tocar cae Yaloraion on public, Rotlsber.‘eviqennoussarsero gerloexplicaba del siguiente modo: —fowienaiér staroy, ceenes beso (evden coe ene ols ‘A menudo he tenido que sone, Paje"taeouthe bateeoan score ‘cuando en Bogoté una familia me 3: ls exoron,madceny prcetores Eo ddaba toda una clase sobre su dzbol cxjuto, ln cape ato deta hata co ‘genealdgico perfect, y sin embargo 3060 oavell pace de aprsimaomen derepenteentrabaalgin familiarcon #7 59fors, un color de piel 0 con un pelo fevidentemente indio, que dasmentia la teora dela sangre blanca. La ‘mayoria de los habitantes que transita por ls calles de Bogota son. ‘mestizos, mezcla de indi y blaneos; pevo el grado de mestizaje no resalta tan bruscamente ya que la mitad de las caras que se ven aqut son préctica 0 totalmente blancas, y no se distinguon de muestras, ‘aras europeas, en principio también bastante matizadas (138: 70). 5 GUN ROTHLISBERGER LAS FAMILIAS DE LOS “ESTAMENTOS ‘politicos” y “funcionarios Como estubloci¢ el bohemio francés Pierro d'Espargnat, quien 46 Thomes Fischer __ lo gone decene™ de Boge residié en Bogota casi durante un afo entre 1897 y 1868, la capa alta se movia en un espacio muy reducido, como se refleja en la situacién de sus casas, que pese a la relative amplitud de la sabana se hallaba agrupadas en pocas calles. En efecto, toda lo que hay de rico y de ologante permanece agrupado fen osa Calle Real y en sus alrededores, la Calle de Flori, la Plaza ‘de Bolivar, la de Santander, gran centro de diversiones y de negocios Fin cuanto uno se aja de él bien sea que se suba hacia la part alta de la ciudad o que se baje hacia el frrocarsl de la Sabana, hay que pasar por zonas cada vez més pobres y trstes, con esa fealdad popular, grisea y triste que produce siempre un desencanto y una ‘ongofa ala legada a una gran capital (D'Espargnat 1942: 78) La capa alta vivia y trabajaba entonces en ol mticleo de la ciu- dad, donde también iba a la iglesia, educaba a sus hijos y pasaba gran parte de su tiempo libre. Pero ésta no estaba tan estricta- ‘mente separada como habia descrito D’Espargnat. Compartia el espacio piblico con las capas medias y bajas, ya que en el merca- do, en la iglesia y ain delante su propia casa se encontraba con la “gente del pueblo” y con los mendigos. A esto se agregé que los iniembros de la capa media eran los mejores clientes de las tien- das de la capa alta. Pero cada vez. fue més notorio que se habia formado un nuevo grupo de dirigentes que controlaba la vida privada tanto en el “centro” econémico como en su componente “cultural Sogiin Réthlisberger, el “estamento superior” se diferenciaba, sobre todo, por su inclinacién por el -relativo- lujo y la diver- si6n, asi como por su gusto por la critica destructiva en los acon- tecimientos publicos. En principio le parecfa va lujoso el estilo de la vivienda”, dado que la vida econémica y social se desarro- llaba casi exclusivamente en el interior de las casas burguesas. Los muros de estas residencias esta- Robison: a8 646 Verseton~ an construidos de adobes; a las se ce: ee Ga ktsess cles afueras de la ciudad, por el contra- ‘feels Weel ineduures ds io, los muros estaban hechos de ti steselendependinc tens Nell=e™. rq soca, pronsada. Para los techos se oe eee utilizaban tejas rojas, mientras que las viviendas de las capas mas pobres de la sociedad estaban cu- biertas con paja, Por muy senecillas que parecieran las casas des- de afuera, st interior estaba decorado de manera muy pomposa. En casi todas las construcciones habitadas por los miembros de Revista Colombiana Aniropologte Wluren ,enno-dcanbe 95 la capa alta, Rothlisherger y Hettner descubrieron un patio inte- rior empedrado, engalanado con flores, aclomado con estatuas, fen el que murmuraba una fuente. El jardin interior comunicaba las restantes habitaciones do la casa y conducfa a través de una escalera al segundo piso, en caso de existir. Alrededor del patio, ‘que puede interpretarse como una analogia arquitecténica a la plaza mayor, s situaban las habitaciones principales, entre ellas el salén. Le seguian a continuacién las salas, el comedor decora- do, al que se anexaba un segundo patio, que alumbraba con luz adicional la sobremesa. Detrés estaban situadas la cocina y la alacena, Al estar reservadas ambas a la “sefiora” de la casa y al servicio, su comodidad se reducia al minimo (Holton, 1967: 6870). En las casas de dos pisos, que se convirtieron en norma entre los, gTupos dirigentes durante las dos tltimas décadas del siglo dieci- ‘nueve, estas estancias se encontraban en el primer piso, mientras ‘que las habitaciones hiimedas en el parterre se utilizaban como tiendas o almacenes, 0 cuando no existia necesidad propia, se alquilaban a familias mas pobres. Solfa haber un tercer patio con eestablos para los caballos que se utilizaban para cabalgar en el ‘campo, as{ como rboles frutales y un parque de juegos para los niftos. A diferencia del resto de Colombia, desde el ultimo tercio de siglo las ventanas de las residencias de la “gente decent” eran de cristal y estaban decoradas con rejas. De este modo, los bogo- tanos acomodados no solamente se protegian de la humedad noc- tuma, sino también se distingu‘an de las elites de las regiones restantes, consideradas atrasades. Tal vez. fuora on la disposicién y decoracién del salén donde las elites de la Bogoté republicana manifestaban con mayor evi- dencia cudnto se habian alejado del ideal colonial y cémo orien- taban ahora su gusto en el ejemplo de la Europa bunguesa (véase Lara Betancourt, 117). Si bien el estadounidense John Steuart (188: 14), y Auguste LeMoyne (1880: 1825s.), antiguo ministro Plenipo- tenciario de Francia en Colombia (182841835), observaron que en la segunda mitad de la década de 130, el interior ~con excepcién de algunas pocas familias que imitaron la alta burguesfa de Francia y Gran Bretafia— fue modesto y poco influido por las tendencias extranjeras, ya durante la siguiente década tendria lugar un pro- fundo cambio. Pesados muebles de damascos y espejos altos ador- naban ahora la estancia que representaria el corazén de la vida social. A partir de la década de 160, el interior se completarfa con un piano, ol alma de la residencia de una familia acomodada, 7 4B ‘Thomas Fischer re doce” de Bago transportado sobre las espaldas de los cargadores desde Honda ‘a Bogota (Saffray, 872: 259; De Gabriac, 1868: st). Hasta mediados de la década de 1870, durante la noche, costosas velas francesas calentaban la estancia con su luz. Después se impusieron como fuente de luz las lamparas de gas. Las alfombras amortiguaban los pasos y las preciosas cortinas de finas tolas importadas fil- traban la luminosa luz del sol. La opinién de Rathlisberger so- bre los salones de la “gente decente” era la siguiente: Précticamente no podemos errar al decir que la mayorfa de los Dbogotanos acomod.ados supera a los nuestros en Suiza, S6lo wn detalle ‘demuestra su arasorespecto a nuestra cultura; raravezse ven colgaos ‘en ests salones pinturas o grabados en acero verdaderamente buenos, Tos cuales cas siempre sirven como medida para un dictamon sobre el valor intelectual de su duefio. A menudo, las paredes permanecen desnudas o adomadas con cuadros cromolitgrifics de fabricacion antigua, cuyo valor atstico es realmente pobre: son més figurilla do fadorno que obras de arte (98: 5758 Entre lus diversiones do la “gente decente” se contaben los bailes, esponténoos 0 por invitacion, celebrados siempre on el saldn de una de las familias respetables. En esas ocasio- nes, el champan corrfa copiosamente. A partir de la década de 1840 se apreciaron también los vinos franceses y espailo- les ast como los licores de todas clases (Rothlisberger, 1898: 80; Cochrane, 1825: 117-121). Conversacién, musica, baile, bran- dy y cognac ocupaban el lugar principal en las frecuentes tertulias, en las que los hijos de las familias decentes impro- visaban bailes, intentando, al mismo tiempo, conquistar los corazones de las hijas de Ia misma cuna; mientras, los mas maduros, tanto hombres como mujeres, fumaban cigarrillos", charlaban y jugaban cartas. A falta de otra posibilidad de dis- traccién, el significado de estos eventos privados era el de un café, de una cantina o una sala de baile, el teatro 0 un con- cierto pablico, La vida social en el salén se presentaba asi como un elemento identificador por excelencia de la capa alta de Bogota. En los acontecimiontos 18s canbe deus oes e importantes, como las celebraciones recat sersiee meses de los matrimonios, recepciones de politicos en busca de votos o invita- ciones de familias recientemente instaladas con intencién de ganarse el favor de los ya establecidos, toda esta fastuosidad Revieto Colombians ide Antropologta ‘Welomen& eneedierbe 1s se vefa superada, siendo comentados ampliamente por la pren- sa local todos estos acontecimientos. Alrededor de 1880 se abrieron algunos restaurantes, y los tras- nochadores podian dirigirse a algunos bares y salas de juego. Pric- ticamente todos los hombres colombianos se lanzaban con entrega alos juegos de azar, bien fuera el loto o el tresllo, arriesgando de este modo buenas fortunas (Rothlisberger, 188: 16; Gosselman, 1827: 58). Una diversin especial en la que también los padres de las “familias decentes” apostaban mucho dinero consistia en las peleas de gallos en las tardes de los domingos. El oficial de mari- na sueco, Karl August Gosselman, estudi6 profundamente este fendmeno durante su visita en 1825/26. Afiadi6: Excopto ésto, los habitantos do la ciudad de Bogoté no asistian a otra representacion, ya quea pesar de que all haya un teatro grande ybbien construido, se representan muy’ pocas obras en él (1827 15) De los relatos de los viajeros extranjeros se deduce que la frecuencia y la calidad de las obras de teatro representadas en el transcurso del siglo diecinueve no mejoraron (Garcia Molina, 1996). En. aquella época, los actores no tenfan formaci6n profe- sional ninguna. Esta situaci6n s6lo cambié cuando, en 1892, fue inaugurado el Teatro Col6n. Respecto a los conciertos puiblicos, Jos visitantes extranjeros también constataron una evidente ne- cesidad de mejora (Peralta, 1995: 139-142) Como norma general, el domingo era el dia de la familia: en a mafiana temprano so iba a la iglesia; a continuacién, lo més selecto se daba cita en Ia plaza de Santander para asistir a un concierto mayormente clisico. La época navideria constituia una particularidad en la organizacién del tiempo libre. En los meses de diciembre y enero las familias acomodadas so trasladaban durante un tiempo a la tierra templada o tierra caliente, en las cercanias de los yacimientos de azufre en Choachi o a las aguas termales de Villeta, Sobre esta costumbre, Hettner escribia: ‘Buscan para unas semanas un lugar lo mas préximo posible con un. clima cdlido, so bafian en los ros, oxganizan excursiones a caballo ‘on picnics, yen las noches se retinen para conversa, jugar y bailar (tine, 188: 8g; vsase tambien Barger 1900; 14). Aquolla costumbre en 1a época inmediatamente posterior a 49 50 ‘Thomos Fischer were decaf” de Bop la independencia, descrita por el estadounidense Richard Ba- che y por LeMoyne, segiin la cual los ciudadanos acomodados de Bogota celebraban fiestas orgidsticas en sus quintas en los alrededores de la capital o en sus casas en el “centro” parece haberse ido perdiendo en la Bogota republicana (Bache, 1827: 233-235; LeMoyne, 1880; 202-204). ‘También en la comida la capa alta daba muestras de su sen- tido de la calidad. En las familias més distinguidas se comfa de forma exquisita, siendo el menti muy variado. Los ingredientes principales de las comidas eran arepas, maiz, distintas clases de papas, frijoles, alverjas, huevos, pollo, carne de cerdo y de vvaca asi como el inevitable chocolate caliente, que se tomaba cominmente mezclado con queso campesino. Especialmente sabrosos eran platos como el ajiaco y los tamales. Los extranje- ros, ademés, nunca tenfan bastante a la hora de degustar los variados postres, que consistian en dulces y frutas frescas (Rotalisberger, 180: 78). Hasta los afios 1880, no se tomaba con frecuencia cerveza o vino durante la comida. Agua y chicha eran las bebidas predominantes que acompanaban la comida. Desde mediados del siglo diecinuove, el desayuno se servia a las 10 de la mafana y el almuerzo entre las cuatro y las seis de la tarde”. En la primera mitad del siglo las comidas tenfan lugar a horas ‘més tempranas (Mollien, 1992: 222; Cochra- Bye nbn, Flco, tsi ne, 1825: 37). Ademés, a diferencia de Eu- E Setieeraeomeressf ropa y Estados Unidos, la familia no ‘Novo be cate dels ede; ox siempre se reunia para comer (LeMoyne, Gres toncboy ots don'y® 800 las ete de la noche ol rfresco”, io 284) Los seNores alta bogotana también se reflejaba en sus costumbres al vestir. El mundo masculino, incluidos los estudiantes y los, ‘lumnos, imitaba la moda europea. A los bailes los sefiores asis- tian en frac y bufanda blanca; a la calle iban con terno negro y sombrero de copa. Con este aspecto, el bogotano decente se dis- tinguia visiblemente no s6lo de los artesanos e indigenas de la ciudad sino también de la “gente de ruana” en las provincias (De Gabriac, 188: 48). Un utensilio inevitable era el paraguas, 5 [GIN LOS OBSERVADORES EXTRANJEROS, EL BUEN GUSTO DE LA CAPA Revista Colombiona ‘de Anropologle ‘olaman eer: dconbre 197 debido a las frecuentes y repentinas luvias. Tal y como advirtio, Rothlisberger, el aspecto exterior del criollo bogotano también se caracteriz6 por su gran elegancia y su pasién por la formalidad: Entre os criollos se encuentran muchas figuras nobles ybellas, hombres de consttuci6n fuerte y a su vez delicada, de piel transparente algo Dronceada, nari bella, fondosa cabellera negra y barba oscura; aqui ¥ alld algsin rubio, gonte de aspecto normando {monos}. Su paso es ‘legante, su voz agradable, su diccién vividay ala vez descuidada El aspecto general tiene algo tranquillo,abierto, cordial, simpatico (08: 72), Al bogotano de capa alta le apasionaba poner a prueba su intelectualidad con una amplia biblioteca, que contuviera las obras de algunos de los principales autores y literatos contem- poréneos europeos. El diplomatico argentino Miguel Cané, que residi6 en Bogota cen 188r y 1882 lo manifista de manera patente: Elespritchispea en la convorsacién; una mesaes un fuogo de artficio Constante; el chiste, la ocurrencia, la observacion fina la cuareta {mprovisads, la décima escrita al dorso del mend el aplastamiento do un tipo en una frase, la maravillosa facilidad de palabra...n0 tienen igual en ninguna otra agrupacién americana (102: 58) La facilidad de palabra de la capa alta también era evidente en el hecho de que no desperdiciaba oportunidad alguna para com- poner un epigrama o alguna otra obra lirica. La chispa criolla también se reilejaba en sus comentarios sobre los acontecimien- tos politicos. La hostilidad contra los enemigos politicos y los comentarios polémicos publicadas en articulos de prensa, pan- fletos con objeto de perjudicar a los rivales personales, eran de ‘gran actualidad, especialmente durante la fase liberal -la década de r8so hasta 1870/1805-. Sin embargo, desde la toma de poder por parte de los conservadores y nacionalistas a mediados de los afios 1886, os articulos criticos en contra del gobierno estaban sujetos a la censura publica. Para posar de Hettner, Rothlisberger y del profesor aleman de zoologia Otto Biirger, eran raras las discusiones serias con cardcter académico; la ciencia se practicaba principalmente por placer. No obstante, el pais generé algunos magnificos socidlo- 08, aconomistas, historiadores, filélogos y filésofos, entre ellos st ba Thomas Fi a gare daceia” de Bagot Liborio Zerda, Francisco Bay6n, Santiago Pérez, Manuel Anc 2zar, Miguel Samper, Miguel Antonio Caro y Salvador Camacho Roldén’®, En esta relacion salta a la vista la falta de nombres en la bibliografia historiogréfica y en las disciplinas de cioncias naturales (Hettner, 1888: 117; Réthlisberger, 698: 1ss.) La inves- tigacién y la ensefanza se centraban, inequivocamente, en las : ‘ciencias linguisticas asi como la con- 20 thine ns OED siguiente recepcién de novelas, poe- EGriveecwa cvrdesetele: [-}fe mas y revistas francesas, espafolas € endo we rowcone on fecvrco inglesas. El don académico en la capa fannom face che twos ée'=ev=- ajta Tegaba hasta tal punto que aqué que se considerase alguien se hacia lamar doctor, aun cuando no hubiese adquirido este titulo con Jos méritos, que eran imprescindibles en Europa o Estados Uni- dos (Hettner, 1888: 82; Scruggs, 1900: 96) ‘Tan aguda ~en tertulias pablicas-, y exquisita -en discusio- nes literarias~ como pudiera parecer la elocuencia del bogotano de capa alta a los ojos extranjeros, asf de huecos ¢ imprecisos pparecian sus comentarios sobre acuerdos concrelos en la vida cotidiana. Hettner, especialmente, se sentia irritado por este comportamiento: Los libros prostados no son devueltos hasta después de varias advertencias, no se contesta osibien los ltimos dia las invitaciones, las cuentas fectuentemente no se pagan; la impruntualdad llega hasta {al punto que un colombiano de muy alta posicion se revasé inclusoa ‘una audiencia con ol Papa 888: 2), Quien quisiera estar bien informado sobre los uiltimos cl mes ¢ indiscreciones se encontraba después de la comida prin- ipal, entre las cuatro y las cinco de la tarde, o tras el desayuno, a las once, en el Altisano, una terraza delante de la Catedral, para comentar las novedades del dia. Cané, que sabia apreciar este punto de encuentro, escribia sobre él: Una bolsa, un circu lterario, un aredpago, una coterie, un salén de solterones, una coulise de watro, un forum, toda la actividad de Bogota en un centenar de metros cuadrados: es el alizano (192: 3) ‘También en las aceras en la Calle Florién y la Calle Real se formaban esponténeamente grupos de paseantes, gaceta bajo el Revita Colombiana ‘Se Antropologis Woloran iy eer dcenbee 19 brazo, donde se intercambiaban Ios dltimos chismes. Segin D'Espargnat, en estos encuentros lo importante no era tanto la discusion del hecho en si como los chistes y bromas al respecto, el intercambio de rumores y habladurias, urdir intrigas y afir- mar o destruir la reputacion de alguien (D'Espargnat, 1042: 80). Incluso, el negocio de un amigo en la Calle Real o la Calle Flo- rin era objeto de visita para tener una pequeria tertulia de este tipo, como comprobaria el boténico y médico francés, Charles Saffray, que vivi6 en Colombia en 169: En los ms de los almacenes se forma una tertulia entre los amigos de la casa y los desocupados, que hablan de politica, crtican alos transotintes y murmuran del projimo (Saffray, 1872: 296. Vease LeMoyne, 180: 18735). Un trago no podia faltar. Cuando un cliente entraba en el almacén de un miembro de la capa alta, era atendido por norma general por los aprendices. Hettner, marcado por la opinién de los comerciantes alemanes, se atrevia a emitir un juicio muy negativo sobre las capacidades mercantiles (Hettner, 1888: 79). En su opinién, el cierre de un trato implicaba demasiado tiem- po debido a la posibilidad de regateo de todos los precios. Otras complicaciones para el aumento de las ventas eran la morosi- dad de los comerciantes colombianos, su dudosa solidez, asi como la gran cantidad de vendedores y comerciantes. Alexis de Gabriac escribié lo siguiente Ici, un commergant xfobtiont de considéation publique que du jour quill a fait banqueroute, parce qu‘alors tout le monde sat ot ila de argent (868 3) Los almacenes de los comerciantes colombianos, los cuales s6lo permanecfan abiertos de 9:00 a m:00 y de 13:00 a 7:00 horas (LeMo- yyne, 1880: 186), parecian mas mercaduchos que grandiosas oficinas como era comin en Europa. No se especializaban, a excepcién de las sombrererias, farmacias, firmas de ferreteri, librerias y papele- ras, Los bajos porcentajes de ventas asf como las costumbres con- trarias a las europeas, eran los principales motivos por los que ‘muy pocos comerciantes extranjeros podian establecerse en Bogo- 6. Con todo y dobido a las costumbres consumistas de la capa alta colombiana, on los almacenes, a excepcién de los sombreros de a 34 Tromes \o “ete dace ce Boge paja blancos de Suaza, précticamente s6lo estaban en venta mer- cancfas europeas, que en parte eran pedidas directamente por tiendas colombianas @ Paris y a Nueva York. En los escaparates se exponian telas, productos quimicos, jabén, vino, champan, uchillos, limparas y mercancias de cristal. Los precios alean- zaban cifras astronémicas debido a los 21,9 dors edad 882 elevados costos de transporte y la falta Seropedicsenporermecon de venta masiva. cevewonsasesecsinenels [a dura critica de algunos observa- ‘ngsor Cochore 8S dores extranjoros del, segiin ellos, po- bre espiritu empresarial de 1a capa alta bogotana, se explica tanto por sus propios valores morales como por el distinto estadio de desarrollo de Europa y Estados Unidos con res- pecto a este pais andino. A esos extranjeros les parecia cada ‘vez més necesario, segiin transcurria el siglo, explicar la cre- ciente discrepancia entre los estados industrializados ricos y Jos estados agricolas 0 mineros pobres. Su evaluacién era tanto una justificacion de la superioridad econémica del mundo industrial transatléntico como una denuncia contra las elite de este pais, a las que imputaban, si bien haber introducido las condiciones jurfdicas para la transicién al mercado de li- bre comercio, haber fracasado como grupo dirigente. La capa alta bogotana participaba en el desarrollo nacional, adoptan- do hasta cierto punto la condicién de parésito, sin hacerse cargo ejemplarmente de funciones en el ambito econdmico, politico y social, en servicio de la nacién. Thielmann supo expresarlo de manera muy acertada: El nico ponsamianto de un hombre que sabe leery escribir es la politica, cuando con ello se entiendon intrigas, frases y rebeliones. Quien munca ha trabajado, quien por el contrario durante toda su vida inicamente ha aspirado a obtener un puesto, anhela un puesto con influencia publica, sefala a sus enemigos personales como traidores y de vez en cuando manda a mataz a alguien, a é3e se le ‘considera un vivo (179: 348) Birger, que pudo formarse una impresién de las circunstan- cias en 1868, lo pudo confirma El bogotano es superficial, vanidoso, arrogante y sanguinea ‘optimists. Fs plo y ambicioso,codicioso, sin perspectivas a largo plazo y sin visiéa para los detalles cotidianos, sin siempre Revista Colombiona ‘de Anropologio Volumen, en cconbre 99 ‘encaprichado por lo més novedoso y grandioso. Sir moral comercial es incirta (1900: sss) Acello se sum6, segtin Rothlisberger, que la justicia y su cum- plimiento tenian como tinico cometido el de imponer discipli- naa las “clases bajas”, Pese ala corrupcién y la estafa imperantes en el escenario econémico y politico, el bogotano de capa alta -a excepcién de las guerras civiles, en las que con frecuencia el enemigo politico de turno era apresado en cuarentena~ no tenia cl o a la penitenciaria (Rathlisberger, bourguesa del rendimient, y el rechazo al trabajo manual, eran rasgos caracteristicos de la “gen- te decente”, constantemente censurados por los extranjeros. Se- sgn Scruggs, quien a diferencia de sus colegas escrtores, rtaba ademés de 22 to ovo slat de modlo Snalizar las causas, el rechazo de los See miembros de la elite a todo trabajo ma- nual y la estricta disciplina obedecia a “that he considers it degra- ding, and therefore beneath his station as a ‘gentleman™ (1900: 65). De esta actitud resultaba una capacidad innovadora forzosamente limitada, La tendencia al consumo y la obligacién de aparentar, tal y como lo exigia la etiqueta social, tenian como consecuencia que la mayoria de las familias de capa alta se viera sujeta a estrictas limit cones. Las préstamos y la vida a sablaos no tenan, por tanto, nada de equivocos ni mala reputacién, como destacaba Scruggs: His pride is phenomenal, and runs Into strange feoaks. He is not ashamed to ask and accept alms, for that, according to his way of thinking, is merily an evidence of some’ misfortune; whereas he ‘would feel humiliated were you to offer him service as a laborer, sinoe to accept that would be to forfeit his position as a;gentlema. With him, there is no such thing as ‘dignity of labor’, and the gulf between gentility and honest toil is wide and Lmpassable. |.) (Ostensibly, hes seldom a mendicant;he usually frames his potition in te form of a corleous roquest for a small ‘loan’, which of coarse Ihe never expects to pay. In all probability he would not ask fori if he thought you expected him to return It, or if he really thought ‘you were unable to lose it, or would ever afterwards remind him of it. But if by some tnforescen turn of fortune's wheel, your relative position should become reversed, he will quite as readily advance ‘you u ‘lout’ as he now solicits one. ‘Once a gentleman always a ‘gontlumun’ ome to be his motte: for no matter how reduced in 36 Thomas le sented ste de ogo circumstances, his associates never cut his acqualntance, aor address him other than as Senor (Ibid. 5) Resumiendo, se puede constatar que los observadores extran- jeros establecieron dos tendencias contrarias en su juicio sobre Ja “gente decente” del sexo masculino en Bogota: por un lado, se encontraban con un tipo de persona intelectual y en su aspecto exterior muy distinguida que, con la vista dirigida hacia Euro- ppa, destacaba asf del resto de la poblacién; por otro, no obstan- te, censuraban la falta de moral respecto al dinero y la propiedad asf como la inmadurez.en el trato con sus enemigos politicos. Pese a que la mayoria de los autores no lo expresara explicita- ‘mente, consideraban improcedente la reivindicacién de ser cla- se dirigente do los ricos, los estudiosos y la “gente decente”, debido a la falta de rendimiento, Los nyos muy tempranas edades imitaban a sus padres: la juven- tud como fase en el ciclo de la vida parece no haber existido (Barger, 1900: 10. Véase también Peralta, 195: 16-120). Entre los j6venes de la capa alta predominaban dos “tipos” distintos, el ‘cachaco y el pepito. El cachaco se caracterizaba por su pronti- tud en la réplica, su componente “libre, alegre, despreocupado, propio de un soltero o un joven con una chispa picante” (Rathlis- ‘berger, 1808. Véanse también Holton, 1967: 7288.; Cané, 1962: 150). Con sus amigos, movidos por los mismos intereses, se iba de parranda, tomando alcohol a una -para los europeos- preocu- ante velocidad. En 61 convergian nobleza y decoro con las an- sias de vagar y unas indomables ganas de vivir. Hettner (1888: 25s.) menciona que entre los cachacos estaba muy extendido el tener queridas, 0 sea, el mantener relaciones con una mujer mayor®. También parecen haber es- 23Gonovinens store deleséo- tado muy extendidas, como se nos da svstinalaaenenchcsccease a. conocer por otras fuentes, las rela- b0codesoralleds pes teen, ‘00 or muy fecwarie Sn embargo, clones sexuales con chicas de fami- f N SU ASPECTO EXTERIOR, LOS HIJOS DE BUENA FAMILIA YA DESDE Scuclacimrs esugin | gore eee je 1a pronsa bogotona de ép0ca. Véo- Be h POT Pago; sine ai Sage gr sas las descripciones de observadores : extranjoros no se encuentra nada Revista Colombiana ‘de Anropologio ‘Volumen & eowodiembe 5p preciso’. A diferencia del cachaco, el pepito se presenta como el dandy sentimental, famélico e indiferente, “que sdlo encuen- tra algin tipo de distraccign en la moda yo ol Tujo refinado de Paris y huele siempre af," Porfume” (Rathlisborger, 188: 8). Gossel- bovis crtroioretice ‘man describi6 asi a dos de ellos: denlode pt ala ora non ten ‘eked ere we vara ed Uno de ellos se pavoneaba on un sobretodo con cuello de piel, sombrero forrado y botas, mientras que el otro caminaba a paso mesurado en su frac, con pantalones lino, medias de sed y zapatos. Sino hubieran hablado eastellano alto y fluido, y no se hubieran fumado con gracia su cigar, uno casi hubiera tenido que pensar que eran un ruso y un. francés, que habian tenido la ocurrencia de mostrar acé el esplendor do la vestimenta respectiva de sts naciones (3827: 19 Para el pepito, la estancia en la capital francesa era un com- ponente esencial de su socializacién (Hetiner, 1888: 84) ‘Tras completar su educacién en el colegio elemental, los hijos de la capa alta eran enviados a institutos ptiblicos o privados. El colegio San Bartolomé, un internado para alumnos cuyos padres residian fuera de Bogoté, y el colegio de Nuestra Sefiora del Rosa- rio servian como escalén previo a la carrera universitaria en la Universidad Nacional. La politizacion de la educacién colombia- na condujo a que en el titimo tercio de siglo se fundase la Uni- versidad Catélica, una alternativa educativa para los seguidores del bando nacional-conservador (Rathlisberger, 1898: 122-15). Como asignaturas a cursar se ofrecian gramitica espaiiola, francés, in- slés, célculo y geografia. Tras aprobar todos estos cursos, las puer- tas estaban abiertas para asistr al colegio Militar ~anexado desde 1884 a la Universidad Nacional-, ala facultad de medicina, a una especializacién en jurisprudencia o en alguna asignatura perte- neciente a las ciencias filos6ficas. Hasta la incorporacién de las reformas liberales, en el programa de clases de los colegios se inclufan tinicamente el latin, matemticas, filosofia y teologia (Co- chrane, 1825: 16). Hasta mediados de 1850, con la llegada al poder de los liberales, los profesores eran miembros de alguna orden; después se reclutaron en gran parte de entre los juristas. Debido a la escasa remuneracién, los profesores estaban visiblemente poco motivados (Hettner, 1888: 125s,). 7 8 ‘Thomos Fischer 2 gente decent de Bog0%8 Las sENORAS hombres y los jévenes relativamente variado, el de las espo- sas, las seforas, se limitaba a la rutina diaria de la misa, la ‘compra, Ia educacién de sus hijos, al dar érdenes a las mucha- chas y el trato social con damas solteras o viudas del circulo fa- riliar o de amistades. Solo durante la conversacién nocturna de sal6n, el juego de cartas o durante las fiestas se producfan con- tactos més diversos. Unicamente lord Charles Stuart Cochrane, capitn de la Marina inglesa, quien durante su viaje en 1824 pas6 por Bogoté, parecia interesarse, como un verdadero caballero, por la jomada de las sefioras: 5 | BIEN El, TRANSCURSO DE LA JORNADA SE PRESENTABA PARA LOS ‘The women keep the house during the day, atending to domestic concerns orlaunging on their sofas, About hal-past five they attend the Alameda, whence they roturn to roceive visits until nine or ten ‘o'clock, at which time they retire to bed. The usual amusements for the ladies are eruulias, bas, masquerades, and the numerous processions of the saint and feast days, which latter tend not litle to render the poople idle, their number, including Saturdays, amounting to one hundred and eighty (185: 4355). Incluso, aunque la vida de la mujer bogotana fuese clasficada més bien de aburrida por los viajeros extranjeros a consecuencia de una diferenciaci6n de roles y de las obligaciones que conllev6 Ja etiqueta, el “otro sexo” lamaba en gran medida la atencién. Con todo, es extraio que el género dela literatura de viajes se regocijase en la descripcién del mundo femenino, especialmente en las des- cxipciones con ed uo de detalles sb su papel como anfrona y sefora del saldn® asi como de sus Gace gg costumbros en ef vestry el maquilla- ‘el mercado je: las bogotanas, relataban los viaje- is: diovos de ros, eran pequefias, pero de talla o ome for. 8 8, cut sr" legante. El color de la tez dela seftora les que es setors tenon conioce era, segun Rothlisberger, a menudo con o cose bale “palido, transparente y mate”, una im- 26, Acie pada loos afer- pfesi6n que se reforzaba con el inten eros, en su mayora, tevian une opinién go tono de la pintura de sus labios y eee cee ei eicewisidce oR Sus polvos. Sin embargo, segiin GEIST tba sta coe esta misma fuente, los ojos eran emer mmodetiay dieree2"" “en todo momento peligrosamente Revi Colombiona ‘de Aniopologlo Woman 5 enero: dienbre 199 hermosos, dignos de ser amados y algo juguetones, café o ne- gros y muy brillantes” (Rothlisberger, 188: 73). La vestimenta de uso diario de la bogotana acomodada consistia en una man- tilla negra, adornada con encajes, con la que en ocasiones cu- bria su cabeza (LeMoyne, 1880: 211, 5 mas preciso). La tela fina y los adornos la distinguian de la bogotana de las capas me- dias y bajas. Solamente en el campo la mantilla fue sustituida por un sombrero o bien un chal. Otras confecciones completa- ban el guardarropa de la mujer acomodada. Sobre las confec- ciones més refinadas, Cané, como buen conocedor, escribi pprecen salidas la vispera del reputade taller de una modista de Paris, nadie creeria que se encontraba en le cumbre de un certo perdido on las entrafas de la América (3952: 163) Estas confecciones, que en el transcurso del siglo diocinuove sustituirfan a los trajes tradicionales (LeMoyne, 1880: 214), esta- ban reservadas para las apariciones en acontecimientos festives, ‘sea en el sal6n o, durante los dias festivos rligiosos, en el bal- cn, la ventana ola iglesia. La necesidad de hacer patente la pro- cedencia extranjera de los trajos de gala Negaba hasta tal punto que, tal y como comprobaria incrédulo el viajero alemén Eduard Steinheil, se conservaban los dobleces causados por la envoltu- 1a, porque “pregonaba su importacién desde Europa” (Steinheil 18742 185). La pasién por Io nuevo, exclusivo y exdtico de las muje- res de In capa alta bogotana no slo exigia mantenerse a la altura en este circulo social; dado que no toda colombiana disponia de los recursos financieros para comprar la vestimenta adecuada, la ‘moda francesa también era valida para diferenciarse de otros grux pos”. En su esfuerzo por elegancia y distincién, a la vestimenta europea se le alribuia el més alto valor. En elaltiplano colombia- no, la moda parisina adoptaba un carécler casi fetichista, Rothlisherger (1858: 73) y Saffray (872: 296ss.) emitioron un jul- cio en conjunto muy positivo sobre las sefioras en Bogota y corro- boraron con ello el este- reotipo tan extendido en Eur 37, dey nay oi ropa respecto a la belleza de idsolestamtn Grory Srna. “Donde lol age as mujeres on Latinoaméri- re dele dota tec gv hon do con ca, Bn cunnto al aspecto ex: ign a reece ms temo, también los sicumndaba — pororeconocon Geo mode cn mrss cn esto fuiclo tun positiva ol 99-7 rem Fede on i ss 59 Thom lo gant dee de Boge lés John Hankshaw, que viaj6 por Nueva Granada a pri is de la década de 1820; sin embargo, la conducta y la educa- cién espiritual eran, segan él, incompletas (Hankshaw, 1824: 154) Cané rendfa un elogio ilimitado y absoluto, hasta incluso fanatico: silencio casi absoluto, précticamente monacal. ‘Tras él sro punto Las mujeres bogtanas no dosmerecen por cet de ss hennanas de ‘mdsca Son geeramente puis, muy bie ornadas,aaentes por pureadesucolory soe no, pars io Ge oss, pore encanto Eres del manera de habla iene na isin eadencioa en lavor mens pronunciadaquela quo sor en nuts rovincas del Nort. idoma, por or pare, tan dito del nuésuo en sus Tecsiones,proiuceen aquellos labios fescos una imps {necble Hay ent eles tips de belleza completes. poo en la Colbctivda ea pai la condein pimords el suave fue delos ‘he, a clegante ondlacién de acaba, ol movimlento ean coalinuo, que converte una pequeta sala enn foco de vida § anima 6 D'Espargnat ponfa de relieve su encanto, su inocencia y su creyé adivinar la existencia de arrebatadoras pasiones dormidas (1942; 74, 51). No puede deducirse si él lamentaba o admiraba esta si- tuacidn. Mientras estos autores extraian un fécit més bien favo- rable respecto a las bogotanas y con ello implicitamente aprobaban el desarrollo de la personalidad en el marco de unos roles determinados por el género, Hettner y De Gabriac, que no se dejaron atrapar por el juego de las miradas 28.Cocvone, 5:10, y parefan aburridos de la vida de salén emi- rio de Hettnor era el siguiente: CCon catorce aos ya han aleanzado la madurez, con teinta ya han superado lo mejor de su vida (188: 67) Sin entrar en detalles, De Gabriac declaraba maliciosamente: lr fmmes ne font que dormir et mangor do cris Elles préparent elles-mémes des ptes gouyaves, caramels, chocolat, et. Leurs maris les envoient faire le café quand il vient une visite, et elles ne sortent jamais de leurs maisons, si ce nYest pour aller & Téglise. Cotte vie sédentair les éteint ot les abourdit tellement Revista Colombiana ‘de Aniropotogte Voloran enero: aembre 109 auielles font 'éfet de véritables paquets. ‘Les Bogotains affirment qu’elles sont s\n uicio negative, menciananda lee fidoles; partant de I, il west pas malaisé avo oducoron lo 'oto decoction de le croine (i868: 5085), fa cena eon de Sn oye 88638 tombe hace HAs DE ‘BUENA FAMILIA’ clase alta quedaban apartadas de la vida publica excep- to para ir ala iglesia y de compras. Como las esposas y las, solteras, también las jévenes salian de casa vestidas sencilla- mente y de negro, lo cual se consideraba elegante. Sélo en el salén o en el teatro lucfan las mejores galas (Rothlisberger, 188: 73). A excepcién de estas ocasiones, su vida estaba, al igual que Ja de la mujer adulta, marcada por el aburrimiento, al menos si se da crédito al pedagogo estadounidense Isaac Holton, que per- ‘manecié en Colombia durante la década de 1850: Ache DE SUS COETANEOS MASCULINOS, LAS JOVENES DE ‘The young lady is in fact, almost a prisoner, seria su dura sontencia Her sole enjoyment and employment sooms to be seat herself in the ‘window, and exchange salutations with those who pass. Should 1 ask ther to take a walk with mo, it could be litle less than an insult. She ‘can never go out but with her parents and brothers In fact she care fever enters the street excepto goto church, Her school was a prison to her, her house is a prison, and who does she lose if she betake herself to a nonnery, as a prison from which she shall go no more out? Infact, the nunnery receives no prisoners without respectable dowry, and pethaps it secures her as much happiness as she might find inthe married state (1967: 78). Pese al control social dentro de las clases dirigentes, asi como a los rigidos roles sexuales propagados por la Iglesia catdlica ~prin- cipalmente hasta 1850 y a partir de 185-, el estadounidense parece haber estimado erréneamente el mangen de libertad que avin que- ddaba al guardar la etiqueta. Como comentaba irénicamente Stuart Cochrane en la década de 1820, la visita a la iglesia, por ejemplo, «era aprovechada por las chicas de la clase alta para sus coqueteos: ‘On these occasions a lover watches his opportunity for following close after his fale enslaver, and kneoling beside her, their ideas partake rathor mora of torrostrial, than celestial subjects. Soft a Thomas Fischer whispers convey tender sentiments and mutual wishes, end these places of devotion become the medium of assignations. by no means likely to improve the morals of the country 1835: 8). Tampoco en case las hijas do “buena fai ostaban total mente protegidas de las miradas de sus admiradores. Sentadas Fonte ls ventana en los bleoves, podianintercambiat, entre las 4:00 y la 6:00 p.m., apasionadas miradas con éstos 0 recibir rrrrr—~—r—<“(—S™srsSsCis a —rt—.C‘ ‘tw las invitaciones formales o acontecimientos esponténeos, bajo Jes jor des famillay oto selectosinvtados so pofundizae —,r~r”..—r——Ci“iN‘iO*idsON posibilidad de aceptar o rechazar al pretendiente. No se acorda- ban matrimonios sin contar con su opinién, segdn relaté D’Espargnat; no obstante, la aprobacién de la familia era nece- sara OD Espargnat 5! 104), as his de i cas sllan tocar su ~pequeio- rpertria al piano para los invitados del salén, Para Rothlisberger la repre- a as ta, mientras que Cané disfrutaba de estas serenatas nocturnas Wivadaa a Siaton do sb, por excelencia, ioe bambuicos, a Pane fos values y paso y lr bales corespondientes también a rrr————C—C=EBE tenbige Ie fascinabn la "ndnen nacional” con sa cart" ve ces suave, a veces salvajemente arrebatador, a veces de nuevo ‘melancélico y conmovedor” y la manera como los miisicos loca- les arrancaban estas bellas melodias a sus instrumentos de cuer- tls bandos ples y gltaras (Rothlisherger. 8 24). ‘a elucacon esol la rocbian en los colegio La Ensetianza LaMorced 9 del Rosario. Dejande aun ldo los clases do costa y dibujo, estos institutos no impresionaron en absoluto a Holton, el ‘inico cronista que los visit6”. No puede confirmarse si la metéfo- OMS ne cach lizada por Holton pare dosibir ls clases en Ios noite de chica en opopiada, Ne obtata es un hecho que tl nivel edueativo de ls chicas tae Pisin terse get poooconvencia mucho ars obser ene Cr (ocolr como morganizacion dl en po libre dejsban poco margen de tempo paa disfrutar de she peated iste so consideraba ona mera Taso de preparaciOn para Revista Colombiana ‘de Ariropologio 3 eneo-dcamba 959 el desempemio de su futuro papel de amas de casa y seftoras, aun- que no todas se casarian. En comparacién con sus coetineos, las jovenes salian visiblemente perjudicadas en la reparticién de ro- Jes, ya que podfan disfrutar de mucha menor libertad en viajes, educacién, consumo de alcohol en pablico y sexualidad. ConcLusioN por los viajeros extranjeros es, sin duda, la descripcién del estilo de vida. Las crénicas de viaje documentan con especial acierto la pretensién de liderazgo de la capa alta blanca a través de la monopolizacién del entramado de simbolos de reconocimiento social, de la educacién y de la cultura intelec- tual. Si bien en las comidas y los bailes las tradiciones siempre fueron observadas, el estilo de vida de la “gente decente” de Bogoté estaba, no obstante, abierto a nuevas influencias; pero era propio de ella ser receptiva, ya que pese a su aislamiento espacial la “gente deconto" siempre mantenia como punto de referencia Europa con su “capital”, Paris, Atrasada, en cuanto @ su produceién econémica, pero, sin nada que envidiar a la me- ‘trépolis francesa, en cuanto al consumo de la gente acomodada; de un alto nivel, en cuantoa su conversacién; dinémica, en cuan- to a su vida social, con esta formula se puede resumir la imagen de la elite de Bogota descrita por Hettner y Rathlisberger y con- firmada por la mayorta de los restantes autores®. Estos autores demostraron que la sociedad de ciudadanos re- publicanos y mestizos homogéneos presentada por la elite como modelo para el desarrollo nacional, en la préctica no era més que vanas palabras. Los rcos de Bogota se vestian con tela extranjeras y adornaban sus residencias con mercancfas manufacturadas de importacién, Desdefaban el trabajo ma- - nual y, por el contrario, amaban las con- 3 sieges os data versaciones literarias. Vivian geogréfica y smpiicando, sn due, on br socialmente separados de los artesanos y —_Sa'ided de los ploceres de todos de la “gente del pueblo’, y se diferencia "°°2'Siguten ste ban de ellos en sus costumbres cotidianas. Entonces, distincién y no homogeneidad 2b Ieaede. marcaban ol comporiamionto de la clase “Scausquesewe'e shows | NN APORTE IMPORTANTE DE LAS INVESTIGACIONES REALIZADAS: ro dad fa 6 64 ‘Thomos Fischer le gene dace” de Boge alta en Ia capital colombiana. La diferenciacién social, la ex: tensién y conservacién del poder de la clase alta tenfan lugar debido a su procedencia étnica y se reflejaban en la diferencia de ingresos y en el estilo de vida, La estricta jerarquizacion social apenas brindaba una oportunidad de ascenso a las cla- ses bajas de origen indigona y a los artesanos mestizos. El esti- lo de vida de las ciudades europeas servia a las clases altas, no solamente para la reproduccién de las desigualdades sociales, sino también era una manifestacién de la pretensién de lide- razgo cultural de la capital frente a los grupos elitistas en el resto del pats, considerados atrasados. Por tanto, lo que vieron y describieron viajeros como Hettner y Rothlisberger corres- onde, en rasgos generales, al concepto de distincién plantea- do por Bourdieu. En ciertos aspectos importantes, el impetu investigador de los relatos extranjeros dej6 qué desear: el sistema educativo fue tratado muy por encima. El comportamiento generativo asf como Ja mortalidad y las costumbres matrimoniales de la capa alta no fueron analizados. A esto se suma que la posicién de las elites acerca de la enformedad y la muerte continta siendo un enig- ma. También hubiera sido deseable una diferenciacién interna dentro de la misma capa alta con respecto a su estilo de vida y sus valores. Por ejemplo, no se puede pensar que tanto espect- ladores inmobiliarios como profesores coincidieran totalmente en este aspecto, Ademés, las relaciones entre los distintos géne- ros han sido tratadas muy superficialmente. Las causas para estas omisiones pueden radicar tanto en la carencia de una toma de conciencia sobre este problema como en el tabsi social que representaba el tema en la Europa burguesa y en los Estados Unidos. 1a forma de incorporacién de los inmigrantes recién llega- dos, al igual que el ascenso de nuevos actores a las posiciones dirigentes, como por ejemplo los banqueros y los financieros 0 los representantes de las profesiones libres, y el descenso de ‘grupos anteriormente establocidos -artesanos- apenas se nom- braron. Aqui se confirma que las investigaciones de los autores apenas muestran un aspecto particular de la realidad; stu mode- lo es demasiado estatico. El papel de la Iglesia catélica como punto de referencia cultural -sobre todo en lo que concierne a los dias fostivos- e instrumento garante de poder, especialmen- tea partir de la década de 1880, ha sido investigado en muy poca Revista Colombiana ‘de Anropotogte ‘Volumen ewwo-diembre 1p profundidad®. La importancia social y politica del ejército, de Ja administraci6n y de Jas practicas judiciales queda poco clara. El nacimiento de nuevos sectores econémicos como el bancario y el de seguros, asi como el desarrollo paulatino de la infraes- tructura a través del alumbrado de gas, de la canalizacién de las ‘aguas residuales y de la mejora del sistema de transportes gra- cias a la incorporacién de carrozas bien amortiguadas y, a fina- les de siglo, de bicicletas, salieron a colacién; pero los autores no aprociaron la importancia vital de éstos para la modemiza- cin econémica de la ciudad, asi como para el sentimiento de urbanidad debido a los avances técnicos. El cambio paulatino respecto al concepto de higiene y la cultura del cuerpo ni siquiera fue mencionado, Ademés, una caren- cia considerable es la falta de un anéli- 3, ohio» Burm wolron sis profundo del comportamiento _ bien no muy sstemsticas. politico de la poblacién, dividida des- 5. a. ro pn, cps de be de la década de 180 en conservadores prncgaesobrevocone hia y liberales®. Otras fuentes deberian ser yo" « cbo so Rosboge sabre consultadas para suprimir todas estas Slonbe susen rctog oueaeso Tagunas en la investigaci6n. ae Rotlshergey 8 A) Braniocraria Textos de viaieros Bacue, Ricuaso. 1827. Notes on Colombia. taken in the Years 1822-5 With an Itinerary of the Route from Caracas to Bogoté; and Appendix. Filadelfia. Borger. Orro. 1900. Reisen eines Naturforschers im tropischen Sidamerika. Leipzig, Cant. Micurt. 1992, Notas de Viaje sobre Venezuela y Colombia. 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