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IL “Gann: pecan” ne BOGOTA
Estilo de vida y distinci6n en el siglo XIX
—vistos por viajeros extranjeros—
‘Tuomas Fischer
Resumen
[ Azz aens i 5 am mai a ia A EW S08 88,
‘grupo bogotano empezé a diferenciarse de manera ostentosa del resto de la
poblacién urbana y de las otras partes del pais, dando importancia al exclusi-
vismo en su aspoctofisico y poniendo de relieve el refinamiento de los gustos.
Fsia tess se quiere confirmar mediante el modelo de “distincién’ elaborado
por Pierre Bourdiow, Como fuentes se utilizan principalmente dos libros, pur
blicados en las dltimas dos décadas del siglo diecinueve, por el gedgrafo Al-
fred Hettner y el experto en humanidades Emest Rothlisberger. Estos dos
ciemtificos hicieron una mirada etnogrfica bastante detalada a la gente de-
‘conte de Bogots Si bien el tipo de fuentes tiene sus limites, lo cual se discute
feel ariculo, salta ala vista la precision en algunos aspectos yl esfuerzo por
far jucios equilibrados. Estas fuentes se completan con las observaciones de
fttos viajeros, También se incluyen referencias los resultados de la literatura
bibliogrfica. Con todo, el estilo de vida tipo europeo cultivado por las capas
altas de Bogotd servia a la reproduccién de las desigualdades.
Abstract
sro co mu oF 150 cr BEM 7 em
AA ai ira thst fom te to the ton poplin ond
fomie wat he coay Thy etatel gve imports te pal
seen ilgiingo ofeemen of tte, Ts er enamine tht pid
‘ite oud model tinction’ ro books a pricy oad
i urn They ere pubs nth ato dc ft Cony by
the pogopherAfed tne and he exper in merit rst Roche
eae Scant poe avery dtl oqraphic vow thas
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cad efoto sve pee ements. Tess sce complemented
wih he servo ober tees eres to cle iliogphe sou
Catt gb clued, Moves, Buropn ie eect y the
Caper clase of Bop seed fpf nua
Voluinan 5, aneo-dcembre 1, po. 3-69
IntTRODUC!
ricanas durante el siglo diecinueve se ha analizado repetidas
voces. También se han escrito algunos estudios interesantes
‘sobre Bogota. Por una parte, se han estudiado la evolucién en la
estructura espacial, las innovaciones ~tanto en la arquitectura
como en el sistema de transporte- asf como la movilizacién de la
finca rafz y la propiedad de inmueblos (Aprile-Gniset, 1902: 228-
245; Esquivel Triana, 1996: 26-30; Lara, 1997: 53-76). Por otra, la aten-
cidn se ha contrado en Ia formacién de las actividades econ6micas
y politicas de ciertos grupos sociales‘. Ademés, una obra detalla-
da muestra la transformaci6n estructural hacia lo que el autor
denomina la “ciudad burguesa”, centrindose en los pardmetros
del orden social moderno tales como el desarrollo demografico y
la distribucion espacial de la poblacién (Mejia 195)
A ello se suman algunos trabajos recientes que marcan un
cambio significativo de perspectiva y de concepto, Estos estu-
dios giran en torno de “la gente” y adoptan enfoques de la “nue-
va historia cultural”. El primer libro, de Miguel Angel Urruego
(1997) sobre los afios 1880-1530, investiga -como indica el titulo
la sexualidad, el matrimonio y la familia de los bogotanos. El
autor, quien se basa en los archivos parroquiales, enfatiza en la
de las familias -concepto analitico elaborado origi-
nalmente para analizar el auge y
las “mentalidades” de las BUTgUC- tyr aadec lx coment dds
sias europeas-. El segundo estudio, — 'tores on6nimos de esto visto.
elaborado por Victoria Peralta 1 Vionse, Sowell pt: Aguier,
(1055), investiga los placeres de los —Sattodnsy omy flaw why. so
Dogotanos, tanto los que podian Sémo,st starter itt Eons
‘gozar como los que eran reprimi- 7 €%!: 1%: Oakes, mp0
dos ~juegos, bailes, comportamien- 2. Acotco del cure! tun ana preduccién
to sexual, virtudes y pecados-. _‘toresica sobre Antes lo, vow
Adopta un esquema de interpreta- spone Amencon Histoncalfovew de
cién que pone de relieve los meca- mayo de 1999, con el tiuio “Mesica’s New
nismos de control institucional de °°! "story 4Una hcho ibe?
la vida cotidiana y la disposicién — 3 A roiz de sv conceplo teérico, ene eatudio.
peicolégica en el confrontamiento te Gen scope poo pravions Sno,
entre libertad y represién, entre la gopey aye cen senor Doe
ilustracién y la persistencia, el ra-Wovelustespmonn Lotto te rosy
dicalismo y el conservadurismo!, °° &"¢ Bolen Cubwaly Bbogsico,
E NN LoS ULTIMOS TIEMPOS, LA HISTORIA DE LAS CAPTTALES LATINOAME-
78
Thomas Fischer _
= ocincau. wwe seuiede UN tercer toxto, de Patricia Lara Be-
Teil Stan pate wens Hgonetancourt (wo), que se basa como fuen-
‘Amorcan Historical Review, volwren 78, te primaria en articulos de costum-
eae bres, investiga el “lujo” y el “afin de
{Sein Bow lo sabniosorncst aparentar” do Tos bogotanos dosde la
‘we son clos pov commence les perspectiva de lo que Ia autora llama
CER Gisscer Bousievdsioe io “la sala roméntica”. Otros tres ensa-
Sccirect t cecem de yo de Georges Lamné (8) de Max
‘Srados guoos ssc toon o save. 10 Garcfa Molina (3996) y de Marina
Guine de otros. Veowe tobre todo Pre Lamus Obregén (1992), muestran, me-
Bounds ts), to bearefe serdar diantela reconstrucci6n dela bésque-
seem eEuuarctatcsuietos da de espacios para representaciones
[orssarcrctonlgoitany Geto’ teatrales, dl contenido de la obras y
* 1.3994. an expec: 734. de la actividad teatral, cambios en el
seo tuxo ue ge. imaginario politico republicano. Es-
‘eid 2 renounce ls cli es%e- tos trabajos se basan principalmente
eel cadeicabesczccsn €0 10s periddicos locales de la época
isngenclisbeenese depo. Porditimo, un articulo de Jess Duar
COURTS GT ey Mavie Rodriguez sa) desrbe
. otro aspecto parcial de la actividad de
«tiempo libre de la incipiente burgue-
ipesate de dependency or on. sia bogotana: la introduccién de Ta
irene einer icinpr main sinfnica a modiados de siglo
Cottwesclcnenetrgenote diecinueve
orci akan soar "® Bl tema de este ensayo es, tal ¥
como los anilisis de Uruego, Peral-
ta, Lara Betancourt, Lomné, Garcia Molina y Lamus Obregén, la
sociedad bogotana del siglo diecinueve; pero a diferencia de ellos,
no se refiere ala evolucién de todos los grupos del tejido social
Sino, exclusivamente, ala capa alta, Se centraré -como Lara Be-
tancourt, pero con otro tipo de fuentes—en los estilos de vida y,
ademas, en los esquemas de delimitacién cultural, denominados
por el socidlogo francés Pierre Bourdieu “distinciones™, Mi tesis
plantea que a partir de la segunda mitad de los afios 90 un grupo
{el espacio social de Bogota empez6 a diferenciarse ostentosa-
‘mente del resto de la poblacién urbana y de las otras partes del
is, dando importancia al exclusivismo en su aspeco fisico y
poniendo de relieve el refinamiento de los gustos’. A base de la
Apariencia decente, este grupo reclamaba ol liderazgo en la Co-
lombia republicana definida por la igualdad de iure de los ciuda-
danos’. Al enfatizar la decencia ligada al consumo de productos
6.8 concepo de cadre dure
Revista Colombiana
‘de Anropologie
‘lanan nao-dconbre 99
nportados de los paises industrializados (Fischer, 2000), a la vez
cestablecié barreras para el ascenso interétnico y social. La ten-
dencia de distinguirse mediante el estilo de vida y el consumo se
aceleré durante las bonanzas de exportacién a partir de los afos
180 y también durante las fases de presion demografica. En esos
afios, la capa alta logré consolidarse a través de ganancias en el
‘comercio exterior, el servicio y la especulacién con inmuebles.
Puede decirse que esta época marcé un cambio cualitativo,
Las FUENTES
COMO FUENTES UTILICE LOS INFORMES DE DIECIOCHO VIAJEROS EX-
¢ tranjeros que visiteron la capital colombiana; algunas
también fueron utilizadas, en parte, por Peralta. En efecto,
Jas crénicas de viaje constituyen una fuente muy apreciada para
Ja descripcion de la vida cotidiana. Sin embargo, debe conside-
rarse que no constituyen un testimonio de primera mano, sino
que, siempre, se exponen desde el punto de vista de un especta-
dor no involucrado, que, adem, s6lo disponta de un periodo
limitado de tiempo para sus observaciones. Cabe destacar que,
por lo general, los viajeros tenian acceso exclusivamente a las
capas altas, Io que limit6 su juicio acerca de los otros grupos.
‘No existe un perfil comiin para estos cronistas de viajes: en la
primera mitad de siglo se publicaron las impresiones proceden-
tes sobre todo de jévenes de habla inglesa y de oficiales, cuyo
inter6s se orientaba primordialmente hacia el desarrollo politico-
nilitar del pais. En estas primeras publicaciones sobre Colom-
bia, primaba no tanto el deseo de
totalidad e integridad como las an- [ju “oles cles poe eee
sias y el esfuerzo por parecer aulén- erase da
tico’. En la segunda mitad del siglo yey cindwon conser en
diecinueve, entre los viajeros domi- cee
naron Jos eruditos de lengua alema- piss suv dd Jt
na o francéfonos. En su mayoria ‘SA? i: rosie pes es,
‘marcados por alguna disciplina cien-Sisrter ait soe alnocssn
tifica ~como goografia 0 zoologfa-,en 9 verse spine,
sus descripciones incluian, de paso, So2s!e ovis reacons, eon
reflexiones generales sobre el desa~
Tloritdec Coraporshetocmtspmicen codenciay la profesiGn nsf como
Selscde Comunisiterspeiocen Nacimianto del estilo de vida
= ; a soguir por I cst: Aunque
Se Ripeatode tomsad,ungupe se: POF una parte, la igualdad jurt-
et ogo Koco Hore ee dica formal y la participacién de
Seo cee ecrcaeers| manele ae
yin ‘propia, ue proporcien determin. GTUPOS sociales estaba relativa-
ls tc eparcir Sd soak posieo,eme ov mente avanzada’, por otra par
See arenas te, Colombia no era una socie-
dad de clases estructurada se-
15 Seg Koko lt: close son, “ample gin el concepto de divisién del
See gonen eanenicay portaee, xr. tfabajo, on la cual cada posicion
Mtovinsema se conser unser por eto estaba basada en el rendimien-
cratttabtend dren aginecen €0 individual”,
SUSENSinatcnesorfics cvsnercs Dentro de las capas, Hettner
sere acca fxm Rathlisborgr hacan ditin-
Seam ines Viento Zonas seq el sexo, a aad y
Sere nice wena me do gate on ln calle,
sr asco wa ecto Se refiriéndose cop ello al aspec-
rents Te competences enpecices de to exterior de las gentes en las
rducin, oesdory ads = a Po” angostas calles de Bogoté. Con
sat dferencicion adcional
Revista Colombiana
‘de Anvopologla
‘olan erica 9
procuraban lamar la atencién sobre las disparidades mas allé
de las desigualdades verticales.
Las GAPAS ALTAS
res” comprendian a la “aristocracia financiera’
ciantes, gerentes de banco, especuladores inmobiliarios y agio-
titas ala “aristoraciafuncionera”
subaltemos,la“noblea’ de las
profesiones libres -médicos, aboga- 16. Segén ol corso de 1884, 5.957 persons se
lL
hhacendados quo preferfan viviren “Sritwnau'e cheat Mi kr
Ja ciudad y consumir alli sus ren- (0s n8médicos su proesores 13 popeores
tas, asi como aquellas familias adi- {ery custo sentstos (Archives cu
neradas procedentes deltas gauss Concise deoue po
ee ee nee re a
sar su vejez.en la metropolis y pro- rsa, Sagors lows Che
Porcionar a sus hijos una excelente s#adixica ex algo imprecise, dado
Ceca AG ts co Leenay asa ee eee
1840, este grupo formaba la “gente "sna'iox mentee delacone ae ono
Aocsnte" do Bogots. Ala capa alta ors ang concn wrens
pertenecian casi exclusivamente, “yn giresi nema Necro
blancos,siendo decsiva su propia cls Se tocar cae
Yaloraion on public, Rotlsber.‘eviqennoussarsero
gerloexplicaba del siguiente modo: —fowienaiér staroy, ceenes beso
(evden coe ene ols
‘A menudo he tenido que sone, Paje"taeouthe bateeoan score
‘cuando en Bogoté una familia me 3: ls exoron,madceny prcetores Eo
ddaba toda una clase sobre su dzbol cxjuto, ln cape ato deta hata co
‘genealdgico perfect, y sin embargo 3060 oavell pace de aprsimaomen
derepenteentrabaalgin familiarcon #7 59fors,
un color de piel 0 con un pelo
fevidentemente indio, que dasmentia la teora dela sangre blanca. La
‘mayoria de los habitantes que transita por ls calles de Bogota son.
‘mestizos, mezcla de indi y blaneos; pevo el grado de mestizaje no
resalta tan bruscamente ya que la mitad de las caras que se ven aqut
son préctica 0 totalmente blancas, y no se distinguon de muestras,
‘aras europeas, en principio también bastante matizadas (138: 70).
5 GUN ROTHLISBERGER LAS FAMILIAS DE LOS “ESTAMENTOS
‘politicos” y “funcionarios
Como estubloci¢ el bohemio francés Pierro d'Espargnat, quien46
Thomes Fischer __
lo gone decene™ de Boge
residié en Bogota casi durante un afo entre 1897 y 1868, la capa
alta se movia en un espacio muy reducido, como se refleja en la
situacién de sus casas, que pese a la relative amplitud de la
sabana se hallaba agrupadas en pocas calles.
En efecto, toda lo que hay de rico y de ologante permanece agrupado
fen osa Calle Real y en sus alrededores, la Calle de Flori, la Plaza
‘de Bolivar, la de Santander, gran centro de diversiones y de negocios
Fin cuanto uno se aja de él bien sea que se suba hacia la part alta
de la ciudad o que se baje hacia el frrocarsl de la Sabana, hay que
pasar por zonas cada vez més pobres y trstes, con esa fealdad
popular, grisea y triste que produce siempre un desencanto y una
‘ongofa ala legada a una gran capital (D'Espargnat 1942: 78)
La capa alta vivia y trabajaba entonces en ol mticleo de la ciu-
dad, donde también iba a la iglesia, educaba a sus hijos y pasaba
gran parte de su tiempo libre. Pero ésta no estaba tan estricta-
‘mente separada como habia descrito D’Espargnat. Compartia el
espacio piblico con las capas medias y bajas, ya que en el merca-
do, en la iglesia y ain delante su propia casa se encontraba con la
“gente del pueblo” y con los mendigos. A esto se agregé que los
iniembros de la capa media eran los mejores clientes de las tien-
das de la capa alta. Pero cada vez. fue més notorio que se habia
formado un nuevo grupo de dirigentes que controlaba la vida
privada tanto en el “centro” econémico como en su componente
“cultural
Sogiin Réthlisberger, el “estamento superior” se diferenciaba,
sobre todo, por su inclinacién por el -relativo- lujo y la diver-
si6n, asi como por su gusto por la critica destructiva en los acon-
tecimientos publicos. En principio le parecfa va lujoso el estilo
de la vivienda”, dado que la vida econémica y social se desarro-
llaba casi exclusivamente en el interior de las casas burguesas.
Los muros de estas residencias esta-
Robison: a8 646 Verseton~ an construidos de adobes; a las
se ce: ee Ga ktsess cles afueras de la ciudad, por el contra-
‘feels Weel ineduures ds io, los muros estaban hechos de ti
steselendependinc tens Nell=e™. rq soca, pronsada. Para los techos se
oe eee utilizaban tejas rojas, mientras que
las viviendas de las capas mas pobres de la sociedad estaban cu-
biertas con paja, Por muy senecillas que parecieran las casas des-
de afuera, st interior estaba decorado de manera muy pomposa.
En casi todas las construcciones habitadas por los miembros de
Revista Colombiana
Aniropologte
Wluren ,enno-dcanbe 95
la capa alta, Rothlisherger y Hettner descubrieron un patio inte-
rior empedrado, engalanado con flores, aclomado con estatuas,
fen el que murmuraba una fuente. El jardin interior comunicaba
las restantes habitaciones do la casa y conducfa a través de una
escalera al segundo piso, en caso de existir. Alrededor del patio,
‘que puede interpretarse como una analogia arquitecténica a la
plaza mayor, s situaban las habitaciones principales, entre ellas
el salén. Le seguian a continuacién las salas, el comedor decora-
do, al que se anexaba un segundo patio, que alumbraba con luz
adicional la sobremesa. Detrés estaban situadas la cocina y la
alacena, Al estar reservadas ambas a la “sefiora” de la casa y al
servicio, su comodidad se reducia al minimo (Holton, 1967: 6870).
En las casas de dos pisos, que se convirtieron en norma entre los,
gTupos dirigentes durante las dos tltimas décadas del siglo dieci-
‘nueve, estas estancias se encontraban en el primer piso, mientras
‘que las habitaciones hiimedas en el parterre se utilizaban como
tiendas o almacenes, 0 cuando no existia necesidad propia, se
alquilaban a familias mas pobres. Solfa haber un tercer patio con
eestablos para los caballos que se utilizaban para cabalgar en el
‘campo, as{ como rboles frutales y un parque de juegos para los
niftos. A diferencia del resto de Colombia, desde el ultimo tercio
de siglo las ventanas de las residencias de la “gente decent” eran
de cristal y estaban decoradas con rejas. De este modo, los bogo-
tanos acomodados no solamente se protegian de la humedad noc-
tuma, sino también se distingu‘an de las elites de las regiones
restantes, consideradas atrasades.
Tal vez. fuora on la disposicién y decoracién del salén donde
las elites de la Bogoté republicana manifestaban con mayor evi-
dencia cudnto se habian alejado del ideal colonial y cémo orien-
taban ahora su gusto en el ejemplo de la Europa bunguesa (véase
Lara Betancourt, 117). Si bien el estadounidense John Steuart (188:
14), y Auguste LeMoyne (1880: 1825s.), antiguo ministro Plenipo-
tenciario de Francia en Colombia (182841835), observaron que en la
segunda mitad de la década de 130, el interior ~con excepcién de
algunas pocas familias que imitaron la alta burguesfa de Francia
y Gran Bretafia— fue modesto y poco influido por las tendencias
extranjeras, ya durante la siguiente década tendria lugar un pro-
fundo cambio. Pesados muebles de damascos y espejos altos ador-
naban ahora la estancia que representaria el corazén de la vida
social. A partir de la década de 160, el interior se completarfa con
un piano, ol alma de la residencia de una familia acomodada,
74B
‘Thomas Fischer
re doce” de Bago
transportado sobre las espaldas de los cargadores desde Honda
‘a Bogota (Saffray, 872: 259; De Gabriac, 1868: st). Hasta mediados
de la década de 1870, durante la noche, costosas velas francesas
calentaban la estancia con su luz. Después se impusieron como
fuente de luz las lamparas de gas. Las alfombras amortiguaban
los pasos y las preciosas cortinas de finas tolas importadas fil-
traban la luminosa luz del sol. La opinién de Rathlisberger so-
bre los salones de la “gente decente” era la siguiente:
Précticamente no podemos errar al decir que la mayorfa de los
Dbogotanos acomod.ados supera a los nuestros en Suiza, S6lo wn detalle
‘demuestra su arasorespecto a nuestra cultura; raravezse ven colgaos
‘en ests salones pinturas o grabados en acero verdaderamente buenos,
Tos cuales cas siempre sirven como medida para un dictamon sobre el
valor intelectual de su duefio. A menudo, las paredes permanecen
desnudas o adomadas con cuadros cromolitgrifics de fabricacion
antigua, cuyo valor atstico es realmente pobre: son més figurilla do
fadorno que obras de arte (98: 5758
Entre lus diversiones do la “gente decente” se contaben los
bailes, esponténoos 0 por invitacion, celebrados siempre on
el saldn de una de las familias respetables. En esas ocasio-
nes, el champan corrfa copiosamente. A partir de la década
de 1840 se apreciaron también los vinos franceses y espailo-
les ast como los licores de todas clases (Rothlisberger, 1898:
80; Cochrane, 1825: 117-121). Conversacién, musica, baile, bran-
dy y cognac ocupaban el lugar principal en las frecuentes
tertulias, en las que los hijos de las familias decentes impro-
visaban bailes, intentando, al mismo tiempo, conquistar los
corazones de las hijas de Ia misma cuna; mientras, los mas
maduros, tanto hombres como mujeres, fumaban cigarrillos",
charlaban y jugaban cartas. A falta de otra posibilidad de dis-
traccién, el significado de estos eventos privados era el de un
café, de una cantina o una sala de baile, el teatro 0 un con-
cierto pablico, La vida social en el salén se presentaba asi
como un elemento identificador por excelencia de la capa alta
de Bogota. En los acontecimiontos
18s canbe deus oes e importantes, como las celebraciones
recat sersiee meses de los matrimonios, recepciones de
politicos en busca de votos o invita-
ciones de familias recientemente instaladas con intencién de
ganarse el favor de los ya establecidos, toda esta fastuosidad
Revieto Colombians
ide Antropologta
‘Welomen& eneedierbe 1s
se vefa superada, siendo comentados ampliamente por la pren-
sa local todos estos acontecimientos.
Alrededor de 1880 se abrieron algunos restaurantes, y los tras-
nochadores podian dirigirse a algunos bares y salas de juego. Pric-
ticamente todos los hombres colombianos se lanzaban con entrega
alos juegos de azar, bien fuera el loto o el tresllo, arriesgando de
este modo buenas fortunas (Rothlisberger, 188: 16; Gosselman,
1827: 58). Una diversin especial en la que también los padres de
las “familias decentes” apostaban mucho dinero consistia en las
peleas de gallos en las tardes de los domingos. El oficial de mari-
na sueco, Karl August Gosselman, estudi6 profundamente este
fendmeno durante su visita en 1825/26. Afiadi6:
Excopto ésto, los habitantos do la ciudad de Bogoté no asistian a
otra representacion, ya quea pesar de que all haya un teatro grande
ybbien construido, se representan muy’ pocas obras en él (1827 15)
De los relatos de los viajeros extranjeros se deduce que la
frecuencia y la calidad de las obras de teatro representadas en
el transcurso del siglo diecinueve no mejoraron (Garcia Molina,
1996). En. aquella época, los actores no tenfan formaci6n profe-
sional ninguna. Esta situaci6n s6lo cambié cuando, en 1892, fue
inaugurado el Teatro Col6n. Respecto a los conciertos puiblicos,
Jos visitantes extranjeros también constataron una evidente ne-
cesidad de mejora (Peralta, 1995: 139-142)
Como norma general, el domingo era el dia de la familia: en
a mafiana temprano so iba a la iglesia; a continuacién, lo més
selecto se daba cita en Ia plaza de Santander para asistir a un
concierto mayormente clisico. La época navideria constituia una
particularidad en la organizacién del tiempo libre. En los meses
de diciembre y enero las familias acomodadas so trasladaban
durante un tiempo a la tierra templada o tierra caliente, en las
cercanias de los yacimientos de azufre en Choachi o a las aguas
termales de Villeta, Sobre esta costumbre, Hettner escribia:
‘Buscan para unas semanas un lugar lo mas préximo posible con un.
clima cdlido, so bafian en los ros, oxganizan excursiones a caballo
‘on picnics, yen las noches se retinen para conversa, jugar y bailar
(tine, 188: 8g; vsase tambien Barger 1900; 14).
Aquolla costumbre en 1a época inmediatamente posterior a
4950
‘Thomos Fischer
were decaf” de Bop
la independencia, descrita por el estadounidense Richard Ba-
che y por LeMoyne, segiin la cual los ciudadanos acomodados
de Bogota celebraban fiestas orgidsticas en sus quintas en los
alrededores de la capital o en sus casas en el “centro” parece
haberse ido perdiendo en la Bogota republicana (Bache, 1827:
233-235; LeMoyne, 1880; 202-204).
‘También en la comida la capa alta daba muestras de su sen-
tido de la calidad. En las familias més distinguidas se comfa de
forma exquisita, siendo el menti muy variado. Los ingredientes
principales de las comidas eran arepas, maiz, distintas clases
de papas, frijoles, alverjas, huevos, pollo, carne de cerdo y de
vvaca asi como el inevitable chocolate caliente, que se tomaba
cominmente mezclado con queso campesino. Especialmente
sabrosos eran platos como el ajiaco y los tamales. Los extranje-
ros, ademés, nunca tenfan bastante a la hora de degustar los
variados postres, que consistian en dulces y frutas frescas
(Rotalisberger, 180: 78). Hasta los afios 1880, no se tomaba con
frecuencia cerveza o vino durante la comida. Agua y chicha eran
las bebidas predominantes que acompanaban la comida. Desde
mediados del siglo diecinuove, el desayuno se servia a las 10 de
la mafana y el almuerzo entre las cuatro y las seis de la tarde”.
En la primera mitad del siglo las comidas tenfan lugar a horas
‘més tempranas (Mollien, 1992: 222; Cochra-
Bye nbn, Flco, tsi ne, 1825: 37). Ademés, a diferencia de Eu-
E Setieeraeomeressf ropa y Estados Unidos, la familia no
‘Novo be cate dels ede; ox siempre se reunia para comer (LeMoyne,
Gres toncboy ots don'y® 800
las ete de la noche ol rfresco”, io 284)
Los seNores
alta bogotana también se reflejaba en sus costumbres al
vestir. El mundo masculino, incluidos los estudiantes y los,
‘lumnos, imitaba la moda europea. A los bailes los sefiores asis-
tian en frac y bufanda blanca; a la calle iban con terno negro y
sombrero de copa. Con este aspecto, el bogotano decente se dis-
tinguia visiblemente no s6lo de los artesanos e indigenas de la
ciudad sino también de la “gente de ruana” en las provincias
(De Gabriac, 188: 48). Un utensilio inevitable era el paraguas,
5 [GIN LOS OBSERVADORES EXTRANJEROS, EL BUEN GUSTO DE LA CAPA
Revista Colombiona
‘de Anropologle
‘olaman eer: dconbre 197
debido a las frecuentes y repentinas luvias. Tal y como advirtio,
Rothlisberger, el aspecto exterior del criollo bogotano también se
caracteriz6 por su gran elegancia y su pasién por la formalidad:
Entre os criollos se encuentran muchas figuras nobles ybellas, hombres
de consttuci6n fuerte y a su vez delicada, de piel transparente algo
Dronceada, nari bella, fondosa cabellera negra y barba oscura; aqui
¥ alld algsin rubio, gonte de aspecto normando {monos}. Su paso es
‘legante, su voz agradable, su diccién vividay ala vez descuidada
El aspecto general tiene algo tranquillo,abierto, cordial, simpatico
(08: 72),
Al bogotano de capa alta le apasionaba poner a prueba su
intelectualidad con una amplia biblioteca, que contuviera las
obras de algunos de los principales autores y literatos contem-
poréneos europeos.
El diplomatico argentino Miguel Cané, que residi6 en Bogota
cen 188r y 1882 lo manifista de manera patente:
Elespritchispea en la convorsacién; una mesaes un fuogo de artficio
Constante; el chiste, la ocurrencia, la observacion fina la cuareta
{mprovisads, la décima escrita al dorso del mend el aplastamiento
do un tipo en una frase, la maravillosa facilidad de palabra...n0
tienen igual en ninguna otra agrupacién americana (102: 58)
La facilidad de palabra de la capa alta también era evidente en
el hecho de que no desperdiciaba oportunidad alguna para com-
poner un epigrama o alguna otra obra lirica. La chispa criolla
también se reilejaba en sus comentarios sobre los acontecimien-
tos politicos. La hostilidad contra los enemigos politicos y los
comentarios polémicos publicadas en articulos de prensa, pan-
fletos con objeto de perjudicar a los rivales personales, eran de
‘gran actualidad, especialmente durante la fase liberal -la década
de r8so hasta 1870/1805-. Sin embargo, desde la toma de poder por
parte de los conservadores y nacionalistas a mediados de los afios
1886, os articulos criticos en contra del gobierno estaban sujetos
a la censura publica.
Para posar de Hettner, Rothlisberger y del profesor aleman
de zoologia Otto Biirger, eran raras las discusiones serias con
cardcter académico; la ciencia se practicaba principalmente por
placer. No obstante, el pais generé algunos magnificos socidlo-
08, aconomistas, historiadores, filélogos y filésofos, entre ellos
stba
Thomas Fi
a gare daceia” de Bagot
Liborio Zerda, Francisco Bay6n, Santiago Pérez, Manuel Anc
2zar, Miguel Samper, Miguel Antonio Caro y Salvador Camacho
Roldén’®, En esta relacion salta a la vista la falta de nombres en
la bibliografia historiogréfica y en las disciplinas de cioncias
naturales (Hettner, 1888: 117; Réthlisberger, 698: 1ss.) La inves-
tigacién y la ensefanza se centraban, inequivocamente, en las
: ‘ciencias linguisticas asi como la con-
20 thine ns OED siguiente recepcién de novelas, poe-
EGriveecwa cvrdesetele: [-}fe mas y revistas francesas, espafolas €
endo we rowcone on fecvrco inglesas. El don académico en la capa
fannom face che twos ée'=ev=- ajta Tegaba hasta tal punto que aqué
que se considerase alguien se hacia
lamar doctor, aun cuando no hubiese adquirido este titulo con
Jos méritos, que eran imprescindibles en Europa o Estados Uni-
dos (Hettner, 1888: 82; Scruggs, 1900: 96)
‘Tan aguda ~en tertulias pablicas-, y exquisita -en discusio-
nes literarias~ como pudiera parecer la elocuencia del bogotano
de capa alta a los ojos extranjeros, asf de huecos ¢ imprecisos
pparecian sus comentarios sobre acuerdos concrelos en la vida
cotidiana. Hettner, especialmente, se sentia irritado por este
comportamiento:
Los libros prostados no son devueltos hasta después de varias
advertencias, no se contesta osibien los ltimos dia las invitaciones,
las cuentas fectuentemente no se pagan; la impruntualdad llega hasta
{al punto que un colombiano de muy alta posicion se revasé inclusoa
‘una audiencia con ol Papa 888: 2),
Quien quisiera estar bien informado sobre los uiltimos cl
mes ¢ indiscreciones se encontraba después de la comida prin-
ipal, entre las cuatro y las cinco de la tarde, o tras el desayuno,
a las once, en el Altisano, una terraza delante de la Catedral,
para comentar las novedades del dia. Cané, que sabia apreciar
este punto de encuentro, escribia sobre él:
Una bolsa, un circu lterario, un aredpago, una coterie, un salén de
solterones, una coulise de watro, un forum, toda la actividad de Bogota
en un centenar de metros cuadrados: es el alizano (192: 3)
‘También en las aceras en la Calle Florién y la Calle Real se
formaban esponténeamente grupos de paseantes, gaceta bajo el
Revita Colombiana
‘Se Antropologis
Woloran iy eer dcenbee 19
brazo, donde se intercambiaban Ios dltimos chismes. Segin
D'Espargnat, en estos encuentros lo importante no era tanto la
discusion del hecho en si como los chistes y bromas al respecto,
el intercambio de rumores y habladurias, urdir intrigas y afir-
mar o destruir la reputacion de alguien (D'Espargnat, 1042: 80).
Incluso, el negocio de un amigo en la Calle Real o la Calle Flo-
rin era objeto de visita para tener una pequeria tertulia de este
tipo, como comprobaria el boténico y médico francés, Charles
Saffray, que vivi6 en Colombia en 169:
En los ms de los almacenes se forma una tertulia entre los amigos
de la casa y los desocupados, que hablan de politica, crtican alos
transotintes y murmuran del projimo (Saffray, 1872: 296. Vease
LeMoyne, 180: 18735).
Un trago no podia faltar. Cuando un cliente entraba en el
almacén de un miembro de la capa alta, era atendido por norma
general por los aprendices. Hettner, marcado por la opinién de
los comerciantes alemanes, se atrevia a emitir un juicio muy
negativo sobre las capacidades mercantiles (Hettner, 1888: 79).
En su opinién, el cierre de un trato implicaba demasiado tiem-
po debido a la posibilidad de regateo de todos los precios. Otras
complicaciones para el aumento de las ventas eran la morosi-
dad de los comerciantes colombianos, su dudosa solidez, asi
como la gran cantidad de vendedores y comerciantes. Alexis de
Gabriac escribié lo siguiente
Ici, un commergant xfobtiont de considéation publique que du jour
quill a fait banqueroute, parce qu‘alors tout le monde sat ot ila de
argent (868 3)
Los almacenes de los comerciantes colombianos, los cuales s6lo
permanecfan abiertos de 9:00 a m:00 y de 13:00 a 7:00 horas (LeMo-
yyne, 1880: 186), parecian mas mercaduchos que grandiosas oficinas
como era comin en Europa. No se especializaban, a excepcién de
las sombrererias, farmacias, firmas de ferreteri, librerias y papele-
ras, Los bajos porcentajes de ventas asf como las costumbres con-
trarias a las europeas, eran los principales motivos por los que
‘muy pocos comerciantes extranjeros podian establecerse en Bogo-
6. Con todo y dobido a las costumbres consumistas de la capa alta
colombiana, on los almacenes, a excepcién de los sombreros de
a34
Tromes
\o “ete dace ce Boge
paja blancos de Suaza, précticamente s6lo estaban en venta mer-
cancfas europeas, que en parte eran pedidas directamente por
tiendas colombianas @ Paris y a Nueva York. En los escaparates
se exponian telas, productos quimicos, jabén, vino, champan,
uchillos, limparas y mercancias de cristal. Los precios alean-
zaban cifras astronémicas debido a los
21,9 dors edad 882 elevados costos de transporte y la falta
Seropedicsenporermecon de venta masiva.
cevewonsasesecsinenels [a dura critica de algunos observa-
‘ngsor Cochore 8S dores extranjoros del, segiin ellos, po-
bre espiritu empresarial de 1a capa alta bogotana, se explica
tanto por sus propios valores morales como por el distinto
estadio de desarrollo de Europa y Estados Unidos con res-
pecto a este pais andino. A esos extranjeros les parecia cada
‘vez més necesario, segiin transcurria el siglo, explicar la cre-
ciente discrepancia entre los estados industrializados ricos y
Jos estados agricolas 0 mineros pobres. Su evaluacién era tanto
una justificacion de la superioridad econémica del mundo
industrial transatléntico como una denuncia contra las elite
de este pais, a las que imputaban, si bien haber introducido
las condiciones jurfdicas para la transicién al mercado de li-
bre comercio, haber fracasado como grupo dirigente. La capa
alta bogotana participaba en el desarrollo nacional, adoptan-
do hasta cierto punto la condicién de parésito, sin hacerse
cargo ejemplarmente de funciones en el ambito econdmico,
politico y social, en servicio de la nacién. Thielmann supo
expresarlo de manera muy acertada:
El nico ponsamianto de un hombre que sabe leery escribir es la
politica, cuando con ello se entiendon intrigas, frases y rebeliones.
Quien munca ha trabajado, quien por el contrario durante toda su
vida inicamente ha aspirado a obtener un puesto, anhela un puesto
con influencia publica, sefala a sus enemigos personales como
traidores y de vez en cuando manda a mataz a alguien, a é3e se le
‘considera un vivo (179: 348)
Birger, que pudo formarse una impresién de las circunstan-
cias en 1868, lo pudo confirma
El bogotano es superficial, vanidoso, arrogante y sanguinea
‘optimists. Fs plo y ambicioso,codicioso, sin perspectivas a largo
plazo y sin visiéa para los detalles cotidianos, sin siempre
Revista Colombiona
‘de Anropologio
Volumen, en cconbre 99
‘encaprichado por lo més novedoso y grandioso. Sir moral comercial
es incirta (1900: sss)
Acello se sum6, segtin Rothlisberger, que la justicia y su cum-
plimiento tenian como tinico cometido el de imponer discipli-
naa las “clases bajas”, Pese ala corrupcién y la estafa imperantes
en el escenario econémico y politico, el bogotano de capa alta
-a excepcién de las guerras civiles, en las que con frecuencia el
enemigo politico de turno era apresado en cuarentena~ no tenia
cl o a la penitenciaria (Rathlisberger,
bourguesa del rendimient, y el
rechazo al trabajo manual, eran rasgos caracteristicos de la “gen-
te decente”, constantemente censurados por los extranjeros. Se-
sgn Scruggs, quien a diferencia de sus
colegas escrtores, rtaba ademés de 22 to ovo slat de modlo
Snalizar las causas, el rechazo de los See
miembros de la elite a todo trabajo ma-
nual y la estricta disciplina obedecia a “that he considers it degra-
ding, and therefore beneath his station as a ‘gentleman™ (1900: 65).
De esta actitud resultaba una capacidad innovadora forzosamente
limitada, La tendencia al consumo y la obligacién de aparentar, tal y
como lo exigia la etiqueta social, tenian como consecuencia que la
mayoria de las familias de capa alta se viera sujeta a estrictas limit
cones. Las préstamos y la vida a sablaos no tenan, por tanto, nada
de equivocos ni mala reputacién, como destacaba Scruggs:
His pride is phenomenal, and runs Into strange feoaks. He is not
ashamed to ask and accept alms, for that, according to his way of
thinking, is merily an evidence of some’ misfortune; whereas he
‘would feel humiliated were you to offer him service as a laborer,
sinoe to accept that would be to forfeit his position as a;gentlema.
With him, there is no such thing as ‘dignity of labor’, and the gulf
between gentility and honest toil is wide and Lmpassable. |.)
(Ostensibly, hes seldom a mendicant;he usually frames his potition
in te form of a corleous roquest for a small ‘loan’, which of coarse
Ihe never expects to pay. In all probability he would not ask fori if
he thought you expected him to return It, or if he really thought
‘you were unable to lose it, or would ever afterwards remind him of
it. But if by some tnforescen turn of fortune's wheel, your relative
position should become reversed, he will quite as readily advance
‘you u ‘lout’ as he now solicits one. ‘Once a gentleman always a
‘gontlumun’ ome to be his motte: for no matter how reduced in36
Thomas
le sented
ste de ogo
circumstances, his associates never cut his acqualntance, aor
address him other than as Senor (Ibid. 5)
Resumiendo, se puede constatar que los observadores extran-
jeros establecieron dos tendencias contrarias en su juicio sobre
Ja “gente decente” del sexo masculino en Bogota: por un lado, se
encontraban con un tipo de persona intelectual y en su aspecto
exterior muy distinguida que, con la vista dirigida hacia Euro-
ppa, destacaba asf del resto de la poblacién; por otro, no obstan-
te, censuraban la falta de moral respecto al dinero y la propiedad
asf como la inmadurez.en el trato con sus enemigos politicos.
Pese a que la mayoria de los autores no lo expresara explicita-
‘mente, consideraban improcedente la reivindicacién de ser cla-
se dirigente do los ricos, los estudiosos y la “gente decente”,
debido a la falta de rendimiento,
Los nyos
muy tempranas edades imitaban a sus padres: la juven-
tud como fase en el ciclo de la vida parece no haber existido
(Barger, 1900: 10. Véase también Peralta, 195: 16-120). Entre los
j6venes de la capa alta predominaban dos “tipos” distintos, el
‘cachaco y el pepito. El cachaco se caracterizaba por su pronti-
tud en la réplica, su componente “libre, alegre, despreocupado,
propio de un soltero o un joven con una chispa picante” (Rathlis-
‘berger, 1808. Véanse también Holton, 1967: 7288.; Cané, 1962: 150).
Con sus amigos, movidos por los mismos intereses, se iba de
parranda, tomando alcohol a una -para los europeos- preocu-
ante velocidad. En 61 convergian nobleza y decoro con las an-
sias de vagar y unas indomables ganas de vivir. Hettner (1888:
25s.) menciona que entre los cachacos estaba muy extendido el
tener queridas, 0 sea, el mantener relaciones con una mujer
mayor®. También parecen haber es-
23Gonovinens store deleséo- tado muy extendidas, como se nos da
svstinalaaenenchcsccease a. conocer por otras fuentes, las rela-
b0codesoralleds pes teen,
‘00 or muy fecwarie Sn embargo, clones sexuales con chicas de fami-
f N SU ASPECTO EXTERIOR, LOS HIJOS DE BUENA FAMILIA YA DESDE
Scuclacimrs esugin | gore eee
je 1a pronsa bogotona de ép0ca. Véo- Be h POT Pago; sine ai
Sage gr sas las descripciones de observadores
: extranjoros no se encuentra nada
Revista Colombiana
‘de Anropologio
‘Volumen & eowodiembe 5p
preciso’. A diferencia del cachaco, el pepito se presenta como
el dandy sentimental, famélico e indiferente, “que sdlo encuen-
tra algin tipo de distraccign en la moda yo
ol Tujo refinado de Paris y huele siempre af,"
Porfume” (Rathlisborger, 188: 8). Gossel- bovis crtroioretice
‘man describi6 asi a dos de ellos: denlode pt ala
ora non ten
‘eked ere we vara ed
Uno de ellos se pavoneaba on un sobretodo
con cuello de piel, sombrero forrado y botas,
mientras que el otro caminaba a paso mesurado en su frac, con
pantalones lino, medias de sed y zapatos. Sino hubieran hablado
eastellano alto y fluido, y no se hubieran fumado con gracia su
cigar, uno casi hubiera tenido que pensar que eran un ruso y un.
francés, que habian tenido la ocurrencia de mostrar acé el esplendor
do la vestimenta respectiva de sts naciones (3827: 19
Para el pepito, la estancia en la capital francesa era un com-
ponente esencial de su socializacién (Hetiner, 1888: 84)
‘Tras completar su educacién en el colegio elemental, los hijos
de la capa alta eran enviados a institutos ptiblicos o privados. El
colegio San Bartolomé, un internado para alumnos cuyos padres
residian fuera de Bogoté, y el colegio de Nuestra Sefiora del Rosa-
rio servian como escalén previo a la carrera universitaria en la
Universidad Nacional. La politizacion de la educacién colombia-
na condujo a que en el titimo tercio de siglo se fundase la Uni-
versidad Catélica, una alternativa educativa para los seguidores
del bando nacional-conservador (Rathlisberger, 1898: 122-15). Como
asignaturas a cursar se ofrecian gramitica espaiiola, francés, in-
slés, célculo y geografia. Tras aprobar todos estos cursos, las puer-
tas estaban abiertas para asistr al colegio Militar ~anexado desde
1884 a la Universidad Nacional-, ala facultad de medicina, a una
especializacién en jurisprudencia o en alguna asignatura perte-
neciente a las ciencias filos6ficas. Hasta la incorporacién de las
reformas liberales, en el programa de clases de los colegios se
inclufan tinicamente el latin, matemticas, filosofia y teologia (Co-
chrane, 1825: 16). Hasta mediados de 1850, con la llegada al poder
de los liberales, los profesores eran miembros de alguna orden;
después se reclutaron en gran parte de entre los juristas. Debido
a la escasa remuneracién, los profesores estaban visiblemente
poco motivados (Hettner, 1888: 125s,).
78
‘Thomos Fischer
2 gente decent de Bog0%8
Las sENORAS
hombres y los jévenes relativamente variado, el de las espo-
sas, las seforas, se limitaba a la rutina diaria de la misa, la
‘compra, Ia educacién de sus hijos, al dar érdenes a las mucha-
chas y el trato social con damas solteras o viudas del circulo fa-
riliar o de amistades. Solo durante la conversacién nocturna de
sal6n, el juego de cartas o durante las fiestas se producfan con-
tactos més diversos. Unicamente lord Charles Stuart Cochrane,
capitn de la Marina inglesa, quien durante su viaje en 1824 pas6
por Bogoté, parecia interesarse, como un verdadero caballero, por
la jomada de las sefioras:
5 | BIEN El, TRANSCURSO DE LA JORNADA SE PRESENTABA PARA LOS
‘The women keep the house during the day, atending to domestic
concerns orlaunging on their sofas, About hal-past five they attend
the Alameda, whence they roturn to roceive visits until nine or ten
‘o'clock, at which time they retire to bed. The usual amusements for
the ladies are eruulias, bas, masquerades, and the numerous
processions of the saint and feast days, which latter tend not litle
to render the poople idle, their number, including Saturdays,
amounting to one hundred and eighty (185: 4355).
Incluso, aunque la vida de la mujer bogotana fuese clasficada
més bien de aburrida por los viajeros extranjeros a consecuencia
de una diferenciaci6n de roles y de las obligaciones que conllev6
Ja etiqueta, el “otro sexo” lamaba en gran medida la atencién. Con
todo, es extraio que el género dela literatura de viajes se regocijase
en la descripcién del mundo femenino, especialmente en las des-
cxipciones con ed uo de detalles sb su papel como anfrona
y sefora del saldn® asi como de sus
Gace gg costumbros en ef vestry el maquilla-
‘el mercado je: las bogotanas, relataban los viaje-
is: diovos de ros, eran pequefias, pero de talla
o ome for. 8 8, cut sr" legante. El color de la tez dela seftora
les que es setors tenon conioce era, segun Rothlisberger, a menudo
con o cose bale “palido, transparente y mate”, una im-
26, Acie pada loos afer- pfesi6n que se reforzaba con el inten
eros, en su mayora, tevian une opinién go tono de la pintura de sus labios y
eee cee ei eicewisidce oR Sus polvos. Sin embargo, segiin
GEIST tba sta coe esta misma fuente, los ojos eran
emer mmodetiay dieree2"" “en todo momento peligrosamente
Revi Colombiona
‘de Aniopologlo
Woman 5 enero: dienbre 199
hermosos, dignos de ser amados y algo juguetones, café o ne-
gros y muy brillantes” (Rothlisberger, 188: 73). La vestimenta
de uso diario de la bogotana acomodada consistia en una man-
tilla negra, adornada con encajes, con la que en ocasiones cu-
bria su cabeza (LeMoyne, 1880: 211, 5 mas preciso). La tela fina
y los adornos la distinguian de la bogotana de las capas me-
dias y bajas. Solamente en el campo la mantilla fue sustituida
por un sombrero o bien un chal. Otras confecciones completa-
ban el guardarropa de la mujer acomodada. Sobre las confec-
ciones més refinadas, Cané, como buen conocedor, escribi
pprecen salidas la vispera del reputade taller de una modista de
Paris, nadie creeria que se encontraba en le cumbre de un certo
perdido on las entrafas de la América (3952: 163)
Estas confecciones, que en el transcurso del siglo diocinuove
sustituirfan a los trajes tradicionales (LeMoyne, 1880: 214), esta-
ban reservadas para las apariciones en acontecimientos festives,
‘sea en el sal6n o, durante los dias festivos rligiosos, en el bal-
cn, la ventana ola iglesia. La necesidad de hacer patente la pro-
cedencia extranjera de los trajos de gala Negaba hasta tal punto
que, tal y como comprobaria incrédulo el viajero alemén Eduard
Steinheil, se conservaban los dobleces causados por la envoltu-
1a, porque “pregonaba su importacién desde Europa” (Steinheil
18742 185). La pasién por Io nuevo, exclusivo y exdtico de las muje-
res de In capa alta bogotana no slo exigia mantenerse a la altura
en este circulo social; dado que no toda colombiana disponia de
los recursos financieros para comprar la vestimenta adecuada, la
‘moda francesa también era valida para diferenciarse de otros grux
pos”. En su esfuerzo por elegancia y distincién, a la vestimenta
europea se le alribuia el més alto valor. En elaltiplano colombia-
no, la moda parisina adoptaba un carécler casi fetichista,
Rothlisherger (1858: 73) y Saffray (872: 296ss.) emitioron un jul-
cio en conjunto muy positivo sobre las sefioras en Bogota y corro-
boraron con ello el este-
reotipo tan extendido en Eur 37, dey nay oi
ropa respecto a la belleza de idsolestamtn Grory Srna. “Donde lol age
as mujeres on Latinoaméri- re dele dota tec gv hon do con
ca, Bn cunnto al aspecto ex: ign a reece ms
temo, también los sicumndaba — pororeconocon Geo mode cn mrss
cn esto fuiclo tun positiva ol 99-7 rem Fede on i ss
59Thom
lo gant dee de Boge
lés John Hankshaw, que viaj6 por Nueva Granada a pri
is de la década de 1820; sin embargo, la conducta y la educa-
cién espiritual eran, segan él, incompletas (Hankshaw, 1824: 154)
Cané rendfa un elogio ilimitado y absoluto, hasta
incluso fanatico:
silencio casi absoluto, précticamente monacal. ‘Tras él
sro punto
Las mujeres bogtanas no dosmerecen por cet de ss hennanas de
‘mdsca Son geeramente puis, muy bie ornadas,aaentes
por pureadesucolory soe no, pars io Ge oss, pore encanto
Eres del manera de habla iene na isin eadencioa en
lavor mens pronunciadaquela quo sor en nuts rovincas
del Nort. idoma, por or pare, tan dito del nuésuo en sus
Tecsiones,proiuceen aquellos labios fescos una imps
{necble Hay ent eles tips de belleza completes. poo en la
Colbctivda ea pai la condein pimords el suave fue delos
‘he, a clegante ondlacién de acaba, ol movimlento ean
coalinuo, que converte una pequeta sala enn foco de vida §
anima 6
D'Espargnat ponfa de relieve su encanto, su inocencia y su
creyé
adivinar la existencia de arrebatadoras pasiones dormidas (1942;
74, 51). No puede deducirse si él lamentaba o admiraba esta si-
tuacidn. Mientras estos autores extraian un fécit més bien favo-
rable respecto a las bogotanas y con ello implicitamente
aprobaban el desarrollo de la personalidad en el marco de unos
roles determinados por el género, Hettner y De Gabriac, que no
se dejaron atrapar por el juego de las miradas
28.Cocvone, 5:10, y parefan aburridos de la vida de salén emi-
rio de Hettnor era el siguiente:
CCon catorce aos ya han aleanzado la madurez, con teinta ya han
superado lo mejor de su vida (188: 67)
Sin entrar en detalles, De Gabriac declaraba maliciosamente:
lr fmmes ne font que dormir et mangor do cris Elles
préparent elles-mémes des ptes gouyaves, caramels, chocolat, et.
Leurs maris les envoient faire le café quand il vient une visite, et
elles ne sortent jamais de leurs maisons, si ce nYest pour aller &
Téglise. Cotte vie sédentair les éteint ot les abourdit tellement
Revista Colombiana
‘de Aniropotogte
Voloran enero: aembre 109
auielles font 'éfet de véritables paquets.
‘Les Bogotains affirment qu’elles sont s\n uicio negative, menciananda lee
fidoles; partant de I, il west pas malaisé avo oducoron lo 'oto decoction
de le croine (i868: 5085), fa cena eon de Sn
oye 88638 tombe hace
HAs DE ‘BUENA FAMILIA’
clase alta quedaban apartadas de la vida publica excep-
to para ir ala iglesia y de compras. Como las esposas y las,
solteras, también las jévenes salian de casa vestidas sencilla-
mente y de negro, lo cual se consideraba elegante. Sélo en el
salén o en el teatro lucfan las mejores galas (Rothlisberger, 188:
73). A excepcién de estas ocasiones, su vida estaba, al igual que
Ja de la mujer adulta, marcada por el aburrimiento, al menos si
se da crédito al pedagogo estadounidense Isaac Holton, que per-
‘manecié en Colombia durante la década de 1850:
Ache DE SUS COETANEOS MASCULINOS, LAS JOVENES DE
‘The young lady is in fact, almost a prisoner, seria su dura sontencia
Her sole enjoyment and employment sooms to be seat herself in the
‘window, and exchange salutations with those who pass. Should 1 ask
ther to take a walk with mo, it could be litle less than an insult. She
‘can never go out but with her parents and brothers In fact she care
fever enters the street excepto goto church, Her school was a prison
to her, her house is a prison, and who does she lose if she betake
herself to a nonnery, as a prison from which she shall go no more out?
Infact, the nunnery receives no prisoners without respectable dowry,
and pethaps it secures her as much happiness as she might find inthe
married state (1967: 78).
Pese al control social dentro de las clases dirigentes, asi como a
los rigidos roles sexuales propagados por la Iglesia catdlica ~prin-
cipalmente hasta 1850 y a partir de 185-, el estadounidense parece
haber estimado erréneamente el mangen de libertad que avin que-
ddaba al guardar la etiqueta. Como comentaba irénicamente Stuart
Cochrane en la década de 1820, la visita a la iglesia, por ejemplo,
«era aprovechada por las chicas de la clase alta para sus coqueteos:
‘On these occasions a lover watches his opportunity for following
close after his fale enslaver, and kneoling beside her, their ideas
partake rathor mora of torrostrial, than celestial subjects. Soft
aThomas Fischer
whispers convey tender sentiments and mutual wishes, end these
places of devotion become the medium of assignations. by no means
likely to improve the morals of the country 1835: 8).
Tampoco en case las hijas do “buena fai ostaban total
mente protegidas de las miradas de sus admiradores. Sentadas
Fonte ls ventana en los bleoves, podianintercambiat, entre
las 4:00 y la 6:00 p.m., apasionadas miradas con éstos 0 recibir
rrrrr—~—r—<“(—S™srsSsCis
a —rt—.C‘ ‘tw
las invitaciones formales o acontecimientos esponténeos, bajo
Jes jor des famillay oto selectosinvtados so pofundizae
—,r~r”..—r——Ci“iN‘iO*idsON
posibilidad de aceptar o rechazar al pretendiente. No se acorda-
ban matrimonios sin contar con su opinién, segdn relaté
D’Espargnat; no obstante, la aprobacién de la familia era nece-
sara OD Espargnat 5! 104),
as his de i cas sllan tocar su ~pequeio- rpertria al
piano para los invitados del salén, Para Rothlisberger la repre-
a as
ta, mientras que Cané disfrutaba de estas serenatas nocturnas
Wivadaa a Siaton do sb, por excelencia, ioe bambuicos, a
Pane fos values y paso y lr bales corespondientes también
a rrr————C—C=EBE
tenbige Ie fascinabn la "ndnen nacional” con sa cart" ve
ces suave, a veces salvajemente arrebatador, a veces de nuevo
‘melancélico y conmovedor” y la manera como los miisicos loca-
les arrancaban estas bellas melodias a sus instrumentos de cuer-
tls bandos ples y gltaras (Rothlisherger. 8 24).
‘a elucacon esol la rocbian en los colegio La Ensetianza
LaMorced 9 del Rosario. Dejande aun ldo los clases do costa y
dibujo, estos institutos no impresionaron en absoluto a Holton, el
‘inico cronista que los visit6”. No puede confirmarse si la metéfo-
OMS ne cach lizada por Holton pare dosibir ls clases en
Ios noite de chica en opopiada, Ne obtata es un hecho que
tl nivel edueativo de ls chicas tae
Pisin terse get poooconvencia mucho ars obser
ene Cr
(ocolr como morganizacion dl en
po libre dejsban poco margen de tempo paa disfrutar de she
peated iste so consideraba ona mera Taso de preparaciOn para
Revista Colombiana
‘de Ariropologio
3 eneo-dcamba 959
el desempemio de su futuro papel de amas de casa y seftoras, aun-
que no todas se casarian. En comparacién con sus coetineos, las
jovenes salian visiblemente perjudicadas en la reparticién de ro-
Jes, ya que podfan disfrutar de mucha menor libertad en viajes,
educacién, consumo de alcohol en pablico y sexualidad.
ConcLusioN
por los viajeros extranjeros es, sin duda, la descripcién
del estilo de vida. Las crénicas de viaje documentan con
especial acierto la pretensién de liderazgo de la capa alta blanca
a través de la monopolizacién del entramado de simbolos de
reconocimiento social, de la educacién y de la cultura intelec-
tual. Si bien en las comidas y los bailes las tradiciones siempre
fueron observadas, el estilo de vida de la “gente decente” de
Bogoté estaba, no obstante, abierto a nuevas influencias; pero
era propio de ella ser receptiva, ya que pese a su aislamiento
espacial la “gente deconto" siempre mantenia como punto de
referencia Europa con su “capital”, Paris, Atrasada, en cuanto @
su produceién econémica, pero, sin nada que envidiar a la me-
‘trépolis francesa, en cuanto al consumo de la gente acomodada;
de un alto nivel, en cuantoa su conversacién; dinémica, en cuan-
to a su vida social, con esta formula se puede resumir la imagen
de la elite de Bogota descrita por Hettner y Rathlisberger y con-
firmada por la mayorta de los restantes autores®.
Estos autores demostraron que la sociedad de ciudadanos re-
publicanos y mestizos homogéneos presentada por la elite como
modelo para el desarrollo nacional, en la préctica no era més que
vanas palabras. Los rcos de Bogota se vestian con tela extranjeras
y adornaban sus residencias con mercancfas manufacturadas de
importacién, Desdefaban el trabajo ma- -
nual y, por el contrario, amaban las con- 3 sieges os data
versaciones literarias. Vivian geogréfica y smpiicando, sn due, on br
socialmente separados de los artesanos y —_Sa'ided de los ploceres de todos
de la “gente del pueblo’, y se diferencia "°°2'Siguten ste
ban de ellos en sus costumbres cotidianas.
Entonces, distincién y no homogeneidad 2b Ieaede.
marcaban ol comporiamionto de la clase “Scausquesewe'e shows
| NN APORTE IMPORTANTE DE LAS INVESTIGACIONES REALIZADAS:
ro dad fa
664
‘Thomos Fischer
le gene dace” de Boge
alta en Ia capital colombiana. La diferenciacién social, la ex:
tensién y conservacién del poder de la clase alta tenfan lugar
debido a su procedencia étnica y se reflejaban en la diferencia
de ingresos y en el estilo de vida, La estricta jerarquizacion
social apenas brindaba una oportunidad de ascenso a las cla-
ses bajas de origen indigona y a los artesanos mestizos. El esti-
lo de vida de las ciudades europeas servia a las clases altas, no
solamente para la reproduccién de las desigualdades sociales,
sino también era una manifestacién de la pretensién de lide-
razgo cultural de la capital frente a los grupos elitistas en el
resto del pats, considerados atrasados. Por tanto, lo que vieron
y describieron viajeros como Hettner y Rothlisberger corres-
onde, en rasgos generales, al concepto de distincién plantea-
do por Bourdieu.
En ciertos aspectos importantes, el impetu investigador de
los relatos extranjeros dej6 qué desear: el sistema educativo fue
tratado muy por encima. El comportamiento generativo asf como
Ja mortalidad y las costumbres matrimoniales de la capa alta no
fueron analizados. A esto se suma que la posicién de las elites
acerca de la enformedad y la muerte continta siendo un enig-
ma. También hubiera sido deseable una diferenciacién interna
dentro de la misma capa alta con respecto a su estilo de vida y
sus valores. Por ejemplo, no se puede pensar que tanto espect-
ladores inmobiliarios como profesores coincidieran totalmente
en este aspecto, Ademés, las relaciones entre los distintos géne-
ros han sido tratadas muy superficialmente. Las causas para
estas omisiones pueden radicar tanto en la carencia de una toma
de conciencia sobre este problema como en el tabsi social que
representaba el tema en la Europa burguesa y en los Estados
Unidos.
1a forma de incorporacién de los inmigrantes recién llega-
dos, al igual que el ascenso de nuevos actores a las posiciones
dirigentes, como por ejemplo los banqueros y los financieros 0
los representantes de las profesiones libres, y el descenso de
‘grupos anteriormente establocidos -artesanos- apenas se nom-
braron. Aqui se confirma que las investigaciones de los autores
apenas muestran un aspecto particular de la realidad; stu mode-
lo es demasiado estatico. El papel de la Iglesia catélica como
punto de referencia cultural -sobre todo en lo que concierne a
los dias fostivos- e instrumento garante de poder, especialmen-
tea partir de la década de 1880, ha sido investigado en muy poca
Revista Colombiana
‘de Anropotogte
‘Volumen ewwo-diembre 1p
profundidad®. La importancia social y politica del ejército, de
Ja administraci6n y de Jas practicas judiciales queda poco clara.
El nacimiento de nuevos sectores econémicos como el bancario
y el de seguros, asi como el desarrollo paulatino de la infraes-
tructura a través del alumbrado de gas, de la canalizacién de las
‘aguas residuales y de la mejora del sistema de transportes gra-
cias a la incorporacién de carrozas bien amortiguadas y, a fina-
les de siglo, de bicicletas, salieron a colacién; pero los autores
no aprociaron la importancia vital de éstos para la modemiza-
cin econémica de la ciudad, asi como para el sentimiento de
urbanidad debido a los avances técnicos. El cambio paulatino
respecto al concepto de higiene y la cultura del cuerpo ni siquiera
fue mencionado, Ademés, una caren-
cia considerable es la falta de un anéli- 3, ohio» Burm wolron
sis profundo del comportamiento _ bien no muy sstemsticas.
politico de la poblacién, dividida des- 5. a. ro pn, cps de be
de la década de 180 en conservadores prncgaesobrevocone hia
y liberales®. Otras fuentes deberian ser yo" « cbo so Rosboge sabre
consultadas para suprimir todas estas Slonbe susen rctog oueaeso
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