Test Bank for Solution Manual An Introduction to Derivative Securities, Financial Markets, and Risk Management 1st Edition instant download
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5. The International Monetary Market is:
a. an OTC market where money market instruments trade
b. a part of the World Bank that lends funds to developing countries
c. a division of the Chicago Mercantile Exchange created for trading foreign currency futures
d. a London-based market for interbank lending
e. None of these answers are correct.
ANS: C DIF: Easy REF: 1.2 TOP: Financial Innovation
MSC: Factual
8. The following was NOT an example cited by Nobel laureate economist Merton Miller in support of his
view that “regulations and taxes cause financial innovation”:
a. Eurobonds
b. Eurodollars
c. futures contracts
d. swaps
e. zero-coupon bonds
ANS: C DIF: Easy REF: 1.2 TOP: Financial Innovation
MSC: Factual
10. Who has described derivatives as “time bombs, both for the parties that deal in them and the economic
system”?
a. Warren Buffett
b. Ronald Coase
c. Alan Greenspan
d. Peter Lynch
e. Merton Miller
ANS: A DIF: Easy REF: 1.3 TOP: Traded Derivative Securities
MSC: Factual
12. Suppose regulators cap the maximum interest one can charge at 5 percent. Let the underlying market
interest rate be 8 percent. Charging anything lower will drive you out of business.
You devise a compensatory balance scheme: for every $100 that the customer borrows, she
will have to keep a certain amount with you as a compensatory balance. What should the amount of
the loan and the compensatory balance be if the customer wants to borrow $5,000?
a. $5,000 loan and $1,000 as compensatory balance
b. $5,000 loan and $1,500 as compensatory balance
c. $5,000 loan and $3,000 as compensatory balance
d. $8,000 loan and $3,000 as compensatory balance
e. $8,000 loan and $5,000 as compensatory balance
ANS: D DIF: Difficult REF: 1.3 TOP: Traded Derivative Securities
MSC: Applied
13. The Basel Committee’s Risk Management Guidelines for Derivatives (July 1994) did NOT list which
of the following risks?
a. credit risk
b. legal risk
c. liquidity risk
d. market risk
e. value-at-risk
ANS: E DIF: Easy REF: 1.5
TOP: The Regulator’s Classification of Risk MSC: Factual
15. Procter & Gamble’s balance sheet suggests that which of the following is NOT a characteristic of the
company’s risk exposure or risk management practice?
a. P&G is exposed to currency risk, interest rate risk, and commodity price risk.
b. P&G consolidates currency risk, interest rate risk, and commodity price risk, and tries to
naturally offset them. It then tries to hedge the residual risk with derivatives.
c. P&G holds some derivatives for trading purposes and trades them strategically to
maximize shareholder value.
d. P&G monitors derivative positions using techniques including market value, sensitivity
analysis, and value-at-risk.
e. P&G uses interest rate swaps to hedge its underlying debt obligations and enters into
certain currency interest rate swaps to hedge the company’s foreign net investments.
ANS: C DIF: Moderate REF: 1.7
TOP: Corporate Financial Risk Management MSC: Factual
16. Procter & Gamble’s balance sheet suggests that which of the following is NOT a characteristic of the
company’s risk exposure or risk management practice?
a. P&G manufactures and sells its products in many countries. It mainly uses forwards and
options to reduce the risk that the company’s financial position will be adversely affected
by short-term changes in exchange rates.
b. P&G uses futures, options, and swaps to manage price volatility of raw materials.
c. P&G designates a security as a hedge of a specific underlying exposure and monitors its
effectiveness in an ongoing manner.
d. P&G is exposed to significant volatility from commodity hedging activity and credit risk
exposure.
e. P&G grants stock options and restricted stock awards to key managers and directors.
ANS: D DIF: Moderate REF: 1.7
TOP: Corporate Financial Risk Management MSC: Factual
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UNA SEMANA DE HOLGORIO
He nacido en Buenos Aires.
¡Qué me importan los desaires
con que me trata la suerte!
Argentino hasta la muerte.
He nacido en Buenos Aires.
(Trova, de Carlos Guido Spano.)
PROLOGO
CAPITULO PRIMERO
DESGRACIADO EN EL JUEGO...
CAPITULO II
CAPITULO IV
CAPITULO V
¡ALTO EL FUEGO!...
CAPITULO VI
La luz del nuevo día viene por fin a iluminar esta escena de confusión
que puede haber durado entre diez minutos y dos horas. Yo no tengo noción
del tiempo que ha transcurrido. Sólo sé que después de un momento el
comisario ha reiterado la orden de cesar el fuego y que, al pretender el
trompa del escuadrón traducírsela melódicamente, le arrebató el clarín con
espanto como si fuese la trompeta del Juicio final. Me he puesto de pie y le
he dicho:
—Es una sabia medida, comisario; el clarín es un instrumento belicoso.
Otro toque más y nos agarramos a tiros entre nosotros. Por lo demás, el
instrumento de la policía es el pito...
Debía haber dicho el silbato, porque esta observación última ha
desagradado evidentemente al voluminoso comisario. Repara en mí con
fijeza, y bruscamente me interroga:
—¿Y usted quién es?...
—Usted no me conoce—replico sonriendo.
—Por eso se lo pregunto.
Antes de que pueda ordenar rápidamente mis recuerdos, para explicar el
encadenamiento de circunstancias que me han traído aquí, el prudente
funcionario ordena:
—¡A ver! ¡Sáquenle ese máuser!... ¡Pálpenlo de armas! ¡Pásenlo a mi
despacho!
El trompa del escuadrón me arrebata tan violentamente el arma, que
estoy a punto de perder el equilibrio. Extiendo las manos como balancín y
veinte fusiles me apuntan de frente. Quedo con los brazos extendidos,
inmovilizado por el terror, mientras el sargento fornido y retacón procede a
la operación de palparme. Según la acepción corriente, palpar significa
tocar exteriormente con las manos. En la práctica policial consiste en meter
la mano hasta el codo en los bolsillos del presunto malhechor. Me despojan
así de mi llavero, mi reloj, mi cigarrera vacía y mi billetera casi exhausta.
Luego, con una escolta digna de un regicida, me hacen entrar en una
habitación y me ponen de cara a la pared, en un ángulo de la estancia. No
puedo hablar ni darme vuelta.
Estoy de penitencia como hace veinticinco años en el colegio y tengo
una hambre también como la de entonces. Para saber lo que es apetito hay
que ser pupilo o estar preso...
CAPITULO VII
CONVICTO Y CONFESO
CAPITULO VIII
UN INTERROGATORIO
CAPITULO IX
ARAMIS
LA NINFA ECO
CAPITULO XI
«HANDS UP!»
CAPITULO XII
LA VUELTA AL HOGAR
Hasta este momento yo no había visto morir a nadie. Tenía por eso la
idea de que la muerte era un espectáculo aparatoso y trascendental, que
exigía ciertas transiciones y un cuadro apropiado. Nada más sencillo, por
cierto, según el episodio que acabo de contemplar.
Sobre el asesinato, en especial, yo tenía las ideas más melodramáticas
posibles. Lo suponía algo lleno de violencia, de pasión, de ferocidad, y se
me antojaba torva y siniestra la figura del matador... Nada de eso, sin
embargo. Es el incidente más trivial que se pueda imaginar.
Usted se pone en torno del brazo izquierdo la cinta del gato de su casa o
la liga de la mucama, coge su revólver, sale a la calle y le pega un tiro en el
corazón al primer hombre humilde que le parezca sospechoso. Con eso
quizá ha dejado usted en la orfandad a media docena de chiquilines, pero en
cambio ha consolidado las instituciones y ensayado su puntería.
Me voy acercando a casa. Al reconocer los lugares familiares
experimento una emoción incontenible, como si volviera de un largo viaje.
¡Me parece que hace tanto tiempo que dejé mi silencioso departamento de
soltero! El mucamo me recibe en la escalera, y al observar mi aspecto
demacrado y mi aire abatido, supone que vuelvo de una fenomenal partida
de poker. Presume, además, que he perdido lo indecible y presiente un
período de estrecheces y apuros. Esta preocupación le agria el gesto, y en
vez de comunicarme las novedades que se hayan producido, se hace a un
lado austeramente...
CAPITULO XIII
EL ASALTO A LA COMISARÍA 44
Domingo, 12.—Me he despertado hoy a mediodía, tras haber dormido
cerca de diez y ocho horas seguidas, con un sueño profundo de niño.
Después del baño me he quedado en pijama y me hice traer los diarios de la
mañana. Ya no me acuerdo de mi aventura de días pasados y me entero de
las noticias de la huelga con toda la buena fe de un espectador
desinteresado. Imprevistamente, el corazón da un latido anunciador y leo:
«El asalto a la Comisaría 44.—El primer ataque, preludio y quizá
preparación combinada de los que se produjeron al día siguiente, se dirigió
contra la Comisaría 44. El asalto se inició contra los centinelas avanzados
que se encontraban a media cuadra del local de dicha Comisaría. A
consecuencia de este ataque, se cambió un nutrido tiroteo entre los leales
defensores del orden público y los maximalistas, que se hallaban
perfectamente pertrechados y poseían máuseres de último modelo, muchos
de los cuales conservaban aún la etiqueta de venta.
Dará una idea del armamento que poseían los ácratas el hecho de que
una barrica que se hallaba en la calle, frente a la misma Comisaría, fué
literalmente convertida en una criba por los proyectiles que se dirigieron
contra el local.
En esa refriega los defensores de las instituciones tuvieron que hacer
actos de verdadero arrojo para impedir que la turba de agitadores se
apoderara de la Comisaría, en cuyo zaguán se libró una verdadera batalla.
Contenido el asalto por las fuerzas policiales, pudo notarse que dentro de
la Comisaría se hallaba un sujeto extraño a ella, el cual se señaló desde el
primer momento como uno de los cabecillas del atropello. Estas sospechas
pudieron confirmarse más tarde cuando dicho sujeto, que dijo llamarse
Nicolás Dilonoff, después de un hábil interrogatorio, que contestó con
evasivas, trató de desarmar a uno de los agentes. También gritó «¡Viva el
maximalismo!», aprovechando un momento de descuido de sus guardianes.
En vista de esto, el temible agitador, en cuyo poder se encontraron
grandes sumas de dinero, fué puesto a buen recaudo por la autoridad, y a la
mañana siguiente enviado al Departamento Central de Policía bajo segura
custodia.
Por desgracia, los compañeros de Dilonoff lograron conocer el recorrido
por donde debía pasar y atacaron a la escolta que lo conducía no bien ésta
desembocó por una de las calles adyacentes al lugar donde se produjo el
hecho. Los agentes trataron de repeler la agresión, cambiándose entre los
dos bandos más de tres mil tiros.
Aprovechando la confusión que se produjo a raíz de este ataque, el
temible agitador logró eludir la vigilancia de la policía, ignorándose hasta
este momento su paradero. Se espera, sin embargo, detenerle de un
momento a otro.
Nicolás Dilonoff, que también se hace llamar Jesús Martínez, es un viejo
conocido de nuestra policía. Ha llegado al país hace pocos meses, y a pesar
de eso habla correctamente el español. Se sabe que en Rusia, su país de
origen, ha mantenido estrechas relaciones con Lenín y Trotsky.»
Suspendo la lectura y llamo al mucamo: ¡Mauricio! ¡Mauricio!...
Mauricio se presenta alarmado. Yo me vuelvo hacia él con una profunda
congoja y le digo: «Mauricio, estoy mal de la cabeza. Llama
inmediatamente a un médico; prepárame un sinapismo; llévate esos diarios;
alcánzame la aspirina; corre el cortinado; disponme otro baño; avísale a
Perucho, pero no le dejes entrar; no estoy para nadie; descuelga el tubo del
teléfono y arréglame las valijas, porque me voy a Montevideo...»
Mauricio supone que efectivamente estoy mal de la cabeza, y yo me
vuelvo a meter en cama...
CAPITULO XIV
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